Hace instantes, en una red social, han intentado insultarme. Nada me sorprende menos, la gente evidentemente está muy agresiva. Supongo que es la falta de ejercicio del sexo propio. O el exceso de él por parte de su pareja. Hmmmm, vaya a saber.
La cuestión es que se me ha acusado de intelectual, por enésima vez. Ya hace más de tres décadas alguien pretendió herirme llamándome 'intelectual... de barrio'. Me hice cargo de lo segundo, más no de lo primero. Soy de barrio, como casi todos. Chesterton decía de quien lo acusaba de haber nacido en un pequeño lugar: 'Poincaré anduvo naciendo por toda Europa'. ¿No somos todos de barrio? Bueno, no sé lo que sea nacer en el centro. Juraría que el centro... ¡también es un barrio!, con comercios a los que uno va caminando a comprar la leche y las mandarinas, con plazas con toboganes y hamacas en donde jugar a las balitas y a la pelota y en donde viven la mayoría de nuestros amigos y compañeros de sueños de la infancia. Si nacer 'en el centro' es vivir en un lugar en donde uno no escuche los chismes del verdulero y no haya nada de lo descrito anteriormente, entonces menos mal que yo sea de barrio. En mi barrio había varias plazas, baldíos, hasta un arenal, un lago con balneario, un museo-convento franciscano de siglos atrás, un riacho, islas, un cine, decenas de amigos y espacios de deporte... y encima, un estadio mítico. Gracias por mi barrio, orgullo de mi infancia.
Jamás aplicaría, que quieren que les diga, para la carrera de 'intelectual', no me veo haciendo fila frente a la ventanilla de alumnado de una facultad en donde entreguen ese título. Intelectual es Beatriz Sarlo. Juro que he intentado practicar su cara de oler pedo frente al espejo de mi baño durante horas. Pero no me sale. Supongo que me faltó una pizca de envidia. Gracias, mejor así.
Otra vez me dijeron 'Pseudo intelectual'. Nunca vi venir eso. Principalmente porque jamás postulé a intelectual. No tengo la menor pista de por qué alguien acusa de impostura a otro que nunca hizo el menor intento de ocupar ese título.
Bueno, ahora me dijeron 'Intelectual de cotillón'. Bien, ¿qué tienen en contra del cotillón? He visto a la gente tirarse de cabeza al piso en un casamiento, por ejemplo, para ganarle a otro uno de esos sombreritos de plástico de payaso o de ´chifladito chespiritano', o una bubuzela o silbato. El cotillón es un ejemplo de producto de bajo precio que provoca una alegría inmensa por un corto período de tiempo, asociado a la música y al alcohol. Otras dos maravillas que la humanidad inventó hace mucho tiempo. Mucho más que al cotillón, supongo. Cosa que no puedo saber con certeza porque no soy un intelectual. Ni dije serlo. Nunca. Palabra de honor.
Pero me duele, me duele en el alma. Por el cotillón. He visto gente que en su habitación, en su intimidad guarda aquel sombrerito de plástico, aquella careta, aquel globo reventado de cuando fue feliz haciendo el trencito en el carnaval carioca de hace muchos años, cuando éramos felices y no había coronavirus.
El cotillón NO SE MANCHA.
Esteban Cámara
Santa Fe, Argentina, mayo de 2020.
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