miércoles, 13 de abril de 2022

Política y negociación

Hay un malestar general que atraviesa la cultura de las relaciones en las sociedades: La insuficiente demarcación de qué se entiende por política.

Como ya lo expresara anteriormente la política es el arte de crear (inicialmente escribí adquirir, lo que es erróneo), incrementar, potenciar, conservar y administrar el poder en las relaciones sociales. Ese poder es siempre transitorio e inestable (más incluso que el más radioactivo de los isótopos de cualquier elemento de la tabla periódica) y no se posee, sino que se ejerce (concepto de Michel Foucault).

Existen poco más que cinco herramientas de expresión del poder: tomar decisiones y negociar. A las otras tres las están buscando los politólogos todavía.

Zanjada esta definición, hay un problema con el actual gobierno argentino, al cual apoyo a pesar de evidentes diferentes tácticas, metodológicas y estratégicas. Y lo apoyo porque nos sacó del rumbo de desaparición como entidad nacional independiente, que no otra cosa es el proyecto de la derecha argentina de Macri, Larreta y Milei. Ese problema voy a intentar detallar a continuación.

En diversas ocasiones (caso Vicentín, vacunas Pfyzer, procurador general de la nación, entre otras, financiamiento de créditos en el exterior, entre otras) el gobierno intentó llevar adelante políticas independientes y soberanas que, ante la enconada oposición que recibió de parte de la hegemonía mediática y sus punteros políticos y judiciales, negoció en un verdadero retroceso, incluso hasta posiciones decididamente conservadoras.

Al mismo tiempo, como lo evidencia el desencuentro con sectores internos al frente de todos en lo que hace a la relación con el FMI, el presidente expresa firmemente que el que decide es él.

O sea; negocia con los poderosos, con el establishment y sus empleados, un adversario que jamás lo va a dejar gobernar (a menos que haga lo que ellos digan, claro). Pero hacia el frente interno, especialmente ante el kircherismo que es el sector que aportó los votos mayoritarios que lo encumbraron en el poder (casi dos tercios de los votos del frente gobernante, según los politólogos más moderados), el mensaje es durísimo.

El presidente fernández, con esta conducta, se muestra débil con los poderosos y fuerte con los débiles. Como dijera un político francés hace muchísimos años, eso es peor que un crimen. Es un error.

Espero que alberto fernández tome consciencia del problema en el que se está metiendo y que puede derivar en una derrota estrepitosa para el 2023, significando tal vez una virtual proscripción política para su persona. Hay que reformular, en mi humilde opinión, el fundamento de las relaciones internas en el frente de gobierno, informando, consultando y actuando con democracia interna. De otra manera, con un eventual triunfo de la derecha, el futuro de la Argentina estará nuevamente en riesgo de caer en el caos, la miseria de los sectores más desfavorecidos, el vasallaje y el endeudamiento que obturaría hacia el futuro cualquier evolución nacional digna, soberana e independiente de futuros gobiernos.  

 

 

Esteban Cámara