En los primeros años de este siglo XXI aparecieron en sudamérica movimientos políticos progresistas (a veces llamados socialismos del siglo XXI) a los que podríamos caracterizar, generalizando y recurriendo a categorías de la ciencia política previamente establecidos, como socialismo democratico o izquierdas democráticas, para diferenciarlas de regímenes ligados a la ex unión soviética.
Pertenecen a la caracterización de Socialismo porque redistribuyeron la renta nacional, re-estatizaron empresas y recursos estratégicos de sus respectivos países (recursos que habían sido privatizados muy recientemente en la oleada neoliberal post caída del muro de berlín), fueron inclusivos respecto de pueblos originarios, disidencias sexuales y otras minorías.
Produjeron a su vez logros macroeconómicos importantes, como industrialización y aumento del PBI, al mismo tiempo de lograr disminuir drásticamente la pobreza material y cultural de los pueblos. Fue en las primeras dos décadas del siglo XXI que la pobreza mundial se redujo drásticamente. 90 millones de personas dejaron de ser pobres sólo en latinoamérica.
Claramente, indudablemente, originaron progreso social.
En esa categoría, a la que vamos a denominar Socialismos democráticos post coloniales, se puede incluir tanto al peronismo argentino, en su variante de ala izquierda (kirchnerismo, por ejemplo), como a variantes cristianas de izquierda, expresiones indigenistas, laboralistas y ex guerrilleros setentistas.
Por esos años (post torres gemelas), EEUU se hallaba embarcado en su loca aventura mediooriental, que iba a terminar mal: Irak, Afganistan, Libia, Siria. Uno tras otro, los enemigos arábigos (muchas veces creados por el propio EEUU para ser usados como peones en la guerra fría) terminaron venciendo o logrando empantanamientos muy parecidos a una victoria, dejando un puñado de negocios petroleros y de construcción a los empresarios estadounidenses y ningún dominio territorial esperanzador para los halcones del pentágono.
En el plano de los negocios, el estruendo de los pasos de la industria tecnológica China y su peso específico mundial en general resonaron cada vez más fuerte en los oídos de los 'tycoon' norteamericanos, llenándolos de pavor.
Evidentemente los analistas de inteligencia y de negocios yanquis marcaron lo evidente: EEUU debía regresar a 'poner orden' en su 'patio trasero'. ¿Y quién mejor para ello que su payasesco bufón anaranjado?.
Una digresión, los gobernantes de derecha parecen ser cada vez más bufonescos e ignorantes (Trump, Bolsonaro, Macri, Duque, Añez), rompiendo una tradición/mito de formación cultural de tipo oxfordiana para ese sector político.
Bueno, los halcones del pentágono marcaron un objetivo inmediato: un gran lago de petróleo a pocos cientos de millas de sus costas, apto tanqueros, llamado
Venezuela, liderado por un extravagante y verborrágico militar de formación marxista y tez cetrina. Se lo eliminó, con el 'bonus track' de haber elegido como su delfín a un personaje tropical y no menos trigueño, aún más pintoresco, que dice hablar con pajaritos, con una verba mucho menos florida y con un vago parecido a Saddam Hussein. Bingo!, debe haber dicho algún viejo almirante en su despacho con olor a naftalina y napalm revenido.
Empezaron bloqueando, embargando empresas (lo mismo que a Cuba, casi), desconociendo compromisos y deudas, conspirando y saboteando (con sus sempiternos aliados del establishment empresarial y oligarcas terratenientes locales) la economía. El objetivo, clara y transparentemente glosado y en el idioma materno del imperialismo, era que el Chavismo (expresión destinada a bajarle el precio a la revolución bolivariana) 'dejara de solucionar los problemas cotidianos de la gente' y perdiera su base de apoyo. Nótese cierto menosprecio de la consciencia política de los pueblos.
Como consecuencia de esa política, la economía venezolana se convirtió en un caos. Nunca olvidemos que, históricamente, Venezuela fue un país dependiente exclusivamente de las exportaciones de petróleo. Nunca, en 2 siglos, los sucesivos gobierno de derecha hicieron lo más mínimo para industrializar el país.
Llegado a este punto, las diversas agencias estadounidenses empezaron a subsidiar, entrenar e ideologizar a los grupos juveniles neofascistas y racistas de la clase media, envalentonándolos para atentar contra el pueblo y sus bienes sociales y generar anarquía. Esos grupos, a los que se sumaron no pocos lúmpenes, causaron centenares de muertes atroces: motoristas decapitados por alambres cruzados en avenidas, gente humilde quemada viva por 'parecer chavista', apaleados ... un catálogo de infamias. Cualquier parecido con la Alemania de la década de 1920 no es casualidad.
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Otra digresión: ¿Será latinoamérica el campo de batalla del fascismo del siglo XXI, como lo fue Europa en el siglo anterior? Esperemos que no.
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Volviendo al país de costas caribeñas: hasta ahora no han podido doblegar a Venezuela. Supongo que la piedra de toque fue la férrea consciencia bolivariana de la mayoría de sus uniformados. Lamentablemente, esto es único en latinoamérica.
Como consecuencia de lo anterior, en Venezuela se hallan tan empantanados como en medio oriente, con un taradito autoproclamado pero que no junta ni un millar de manifestantes.
Cuba:
Continuidad.
Luego de resistir los embates del bloqueo durante seis décadas parece también capaz de soportar la agudización del mismo producto del asesino anaranjado.
Pero los esfuerzos del imperio han obtenido frutos en otras partes de latinoamérica. Veamos.
Ecuador:
El judas.
Muchos piensan que Lerdín Moreno fue siempre un infiltrado. Otros opinan que se vendió. Me inclino por la primera, porque no hay ni siquiera un vestigio de interfase, sino una acción desde el primer día de socavamiento y persecución del correísmo. Hoy el Lerdín lleva 7 muertes y dos ajustes a medias. Volvió el FMI a gobernar la economía ecuatoriana, hay privatizaciones y desposeimiento de los bienes sociales. Y represión, claro. El modelo no cierra sin represión (vean colombia, honduras y chile, sin ir más lejos).
Brasil:
Lawfare y evangelios.
Luego de una vergonzante sentencia de cárcel a Lula (y la no menos vergonzante destitución de Dilma Rousseff, bajo cargos absurdos que no resisten el menor análisis legal) basada no en pruebas, sino en las ‘convicciones personales’ del juez (para el caso: intereses + prejuicios + odio de clase = lawfare) quedó el camino expedito para una persona con inteligencia de babosa, que intenta en vano compensar su escaso valor con la exhibición de armamento. Homofóbico, xenófobo, racista, fascista y misógino se ha convertido en el hazmerreir del mundo. Llegó en gran parte por el decidido apoyo de los grupos evangélicos fruto de la ingeniería político-religiosa del Departament of State. A poco de andar, (se) ha incendiado el amazonas y sus vínculos con los sicarios que terminaron con la vida de la activista feminista Marielle Franco se van revelando con cada vez mayor nitidez. Como si fuera poco, las relaciones con su vecina argentina han sido socavadas por el imbécil sin que la situación parezca tener retorno. El único desempeño suyo que parece encuadrar con los poderes y darle un horizonte de futuro es su cerril alineamiento con EEUU y la genocida Israel, además del apoyo de las fuerzas armadas.
Por ahora, parece suficiente.
Bolivia:
Sexo, mentiras y videotapes.
El país vivió un verdadero paraíso de estabilidad y crecimiento desde enero de 2006, fecha en la que asumió Evo Morales.
Con la nacionalización de los recursos estratégicos, como corresponde, y el hecho de poner los mismos al servicio de la sociedad, el producto interno bruto de bolivia creció a una tasa promedio de 5% anual los 13 y pico de años de gobierno de Evo. Paralelamente, el salario promedio convertido a divisa de los bolivianos pasó del último lugar en el subcontinente al primero/segundo. Los beneficios sociales se extendieron y las naciones originarias se hicieron destinatarias de políticas inclusivas en lo económico y cultural. La desocupación llegó a valores mínimos (3.5%), posicionándose como la más baja de la región.
A la par, el país se comenzó a industrializar y aparecieron grandes obras de infraestructura.
Transcurrieron así tres mandatos presidenciales de Evo. Habilitado por la corte suprema de justicia para un cuarto mandato, en las elecciones de octubre de 2019 obtuvo una clara ventaja inicial de 8%, escrutados el 83% de los votos. A esa altura se interrumpió el escrutinio, cosa acostumbrada en el país y bajo conocimiento de la OEA y de la oposición. Al incluírse los votos faltantes, lógicamente provenientes de las comunidades más recónditas, campesinas y mineras, donde Morales siempre obtuvo porcentajes de entre el 60 y el 80%, como era más que razonable, la distancia con el segundo se incrementó a más de un 10%. Lo mismo había pasado en las anteriores elecciones y plebiscitos.
Veamos esta gráfica elaborada por el CEPR de Washington
Fuente http://cepr.net/publications/reports/bolivia-elections-2019-11
Como se observa claramente, no existe la ‘reversión de tendencia’ que manifestó el fogoso aliado del pentágono y, lamentable presidente de la OEA, Almagro. De hecho, la línea de tendencia que podríamos trazar nos lleva (y el CEPR hizo tres bajo diferentes hipótesis con resultado similar) a más de un 10% a favor de Morales. Que es lo mismo que informaron tanto el escrutinio provisorio como el definitivo.
Otros grupos de observadores, como la misión de veedores del parlamento europeo (https://www.boliviaentusmanos.com/noticias/bolivia/347676/observadores-del-parlamento-europeo-afirman-que-comicios-en-bolivia-fueron-transparentes.html) y el grupo de Walter Mebane, profesor de los departamentos de Ciencias Políticas y de Estadística de la Universidad de Michigan y uno de los expertos en fraude electoral en el mundo ('Evidencia en contra de que los votos fraudulentos hayan sido decisivos en la elección de Bolivia en 2019') concluyeron coincidentemente en que los comicios en Bolivia fueron limpios y transparentes y que el triunfo de Evo Morales no se puede poner en duda.
La oposición boliviana, como el segundo con más votos, Carlos Mesa, un español nacionalizado boliviano que ya fuera vicepresidente y presidente de bolivia sin haber obtenido ningún éxito en sus políticas públicas y, peor aún, siendo co-responsable de masacres, denuncia fraude ya desde antes del comienzo de la votación. Y más se envalentona con el aval de ese engendro llamado OEA.
Al mismo tiempo, los elementos neofascistas y evangélicos comienzan a operar originando bloqueos a las ciudades. Los grupúsculos de activistas, jamás se ve ninguno que supere los 20 integrantes, pagados a razón de 120 o 130 Bs. por día y per cápita, se muestran especialmente agresivos con las personas de ascendencia originaria y son protegidos por la policía. Siempre la policía defiende los derechos humanos de los fascistas. Su líder es Fernando Camacho, un corrupto empresario de Santa Cruz de la Sierra, ferviente evangélico y cruzado anti pueblos originarios.
Las casas de Evo Morales y de su hermana son quemadas y los parientes del presidente boliviano y su vice son golpeados y amenazados de muerte. Un sicario recibe el contrato de acabar con Evo Morales por la suma de u$s 50.000, al mismo tiempo en que el jefe del ejército presiona a Morales para abandonar la suprema magistratura. Morales renuncia y se exilia.
Asume como presidenta de facto, oh, sorpresa, una evangélica (Primera dictadora mujer, feo honor) apoyada solamente por los jefes uniformados y los empresarios. Se dice que es la protagonista de un video porno que se puede encontrar en las plataformas del género. Pero esto es lo de menos, al lado de lo que va a hacer ya en el gobierno.
Retira las wiphalas, insulta a los pueblos originarios y comienzan las masacres: En las primeras semanas las fuerzas armadas acaban con la vida de varias decenas de protestantes, cientos son heridos y desaparecidos. Bolivia se tiñe en sangre. Luego despuntan los tarifazos. Todo mal.
No fue fraude. Hubo golpe, uno que recuerda bastante a los golpes del setenta.
Parafraseando a Marx, el neoliberalismo vino al mundo chorreando escombros, sangre, pólvora y gas lacrimógeno.
Uruguay:
A media agua.
El país tuvo balotaje hace muy poco, un empate técnico que recién hoy o mañana parece que va a definirse. Una situación rara. Lo cierto es que el gobierno del frente amplio (cuatro períodos consecutivos, luego de casi dos siglos de monopolio conservador blanco o colorado) nunca llegó a fraguar demasiado bien. Correcto, pero hasta ahí. Tuvo un par de logros más intersticiales que otra cosa como la ley de interrupción voluntaria del embarazo y la de legalización del consumo de marihuana y el ya proverbial civismo y distribución del ingreso uruguayo, mejoraron en algo. Pero sus logros no alcanzaron a enfervorizar a la militancia y el desgaste de tantos años envalentonaron y levantaron la mira de la derecha que, primero, forzó el balotaje. Y parece haberlo ganado. Todo esto regado por amenazas de los uniformados si, en contraposición, hubiera ganado el Frente Amplio.
La derecha respeta las elecciones, pero sólo cuando gana.
Argentina:
Velando las armas.
Tras la acelerada debacle de Mauricio Macri y su show de destrucción y empobrecimiento, vino una lógica victoria del peronismo y aliados de izquierda democrática. De nada le valió a los sectores retrógrados la evidente política de law fare ejercida contra ex funcionarios kirchneristas, encarcelados inconstitucionalmente, tampoco la proliferación de relatos surgidos cada media hora, aproximadamente, en la super mega hegemónica prensa del establishment.
Sin embargo ya hubo amenazas de los sectores de derecha (terratenientes sojeros) y un obsesivo escrutinio de los medios de comunicación sobre los ganadores de la elección: Miren Bolivia. No nos toquen los privilegios, dicen. Todo bajo la mirada inescrutable de los uniformados. Pero bajo la superficie, es de temer que la ideología de los mismos no se haya actualizado ni, mucho menos, vuelto favorable al pueblo llano.
Veamos, en cambio, lo que ha sido el desempeño de la derecha neoliberal, históricamente gobernante, en otros países de la región.
Chile:
'Disparen a los ojos de los niños'.
Alguna vez tenía que ocurrir: El pueblo chileno se cansó de ser expoliado. Aumentos interminables de servicios públicos y transporte, encarecimiento exorbitante de la educación, trabajos cada vez más precarizados y salud pública virtualmente inexistente, han llevado a protestas nunca antes vistas. A este cóctel explosivo hay que sumarle un presidente asquerosamente rico y desconectado de la realidad de la mayoría del pueblo chileno que en los primeros momentos no sabía ni qué era lo que estaba pasando. ‘Alienígenas’ llegó a decir su esposa, guerra atinó a balbucear el plutócrata, y para colmo, una constitución heredada del último asqueante gobierno militar. La represión con la que los carabineros y el ejército chileno han respondido a las movilizaciones parece inaudita en un país de la OCDE y que hasta una semana antes del comienzo de las protestas era presentado al resto de Latinoamérica como un oasis de armonía y progreso. Todas mentiras, claro. Reanudando: Chile volvió a ver desapariciones, gente que es detenida y luego ‘aparece’ muerta, violaciones y abusos sexuales de todo tipo a manifestantes, ya no sólo féminas, más torturas y algo pocas veces visto hasta el momento: cientos de ojos destruidos por balines de goma que los uniformados disparan a la cara buscando saciar un sadismo de generaciones.
Piñera sólo se sostiene por el apoyo de los ricachones, de EEUU y de los uniformados.
Perú:
No hagan olas.
Con un presidente cuya bandera fue ‘Manos limpias’ destituído por corrupción, su vice atravesó hace un par de meses fuertes turbulencias. Parece haber ganado, pero tal vez sea sólo un efecto visual de superficie. Veremos.
Colombia:
Microterremotos.
El país de los paramilitares y los falsos positivos, de los asesinatos casi diarios de líderes sociales, indígenas y ecologistas está siguiendo al parecer el camino de Chile. Protestas, represión y un presidente uribista y paraco que cree que Colombia se escribe con P. Ah, la P debe ser la de paraco...
No es una buena mezcla.
Conclusión
El talón de aquiles de las nuevas izquierdas democráticas latinoamericanas parece ser el comportamiento de los uniformados de cada país, sumado a la presión que pueden llegar a ejercer las sectas del evangelio según Gene Sharp.
Todo esto agitado con law fare (añejos jueces con cimientos en las dictaduras setentistas) y la presión omnipresente del tándem
Oligarcas Locales - Department of State.
Esteban Cámara