silencioso, peludo
se frota a mis
piernas
para anunciarse.
Cada tanto viene
nadie sabe de donde
ni por què,
a recoger su cuota
de caricias.
A veces, primero
escuchamos un krrrrr
o un tímido
maullido.
(Todos sabemos que
no hace falta)
Pasa por la pieza de
mi hija
se acerca a mi nieto
se acuesta en la
cama de mi hijo...
Finalmente se
dispone cerca mio
mirandome como si no
importara
parece decir:
¿Y?
Era una liviana mota
de pelusa escuálida,
medida en gramos
parasitada.
No parecìa que
fuera a resultar
que fuera a durar su
veleidosa llama.
Pero su débil
latido fue más fuerte que la vida.
Y un dia decidiò su
independencia.
Nunca se olvida,
fantasmal
terciopelo,
adonde se debe
buscar amor.
Esteban Cámara
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