lunes, 30 de septiembre de 2019

Una sangría que no termina

Yo lo conocía a este chico Julio Cabal y al padre y a la madre. Soy cliente habitual del comercio 'Almacén del Norte' del cual ésa es la sucursal. Es muy doloroso. 
No puede ser que estas cosas pasen tan seguido, que una ciudad pacífica como santa fe tenga tantos asesinatos (casi al nivel de centroamérica, colombia o méxico). Algo pasa.
Algunos culpan a los derechos humanos. Nada que ver, nunca vi que a un sospechoso o culpable de algún hecho violento lo liberen a instancias de los organismos de derechos humanos.
Otros piden aumentos de penas... ¡Si ni siquiera los encuentran! ¿Para qué carajo va a servir un aumento de pena? O alguien se piensa que un asesino va a decir, hmmm, hoy está baja la pena por asesinato, así que voy a salir a matar a unos cuantos...
Para mí el problema es socio económico y cultural. Socioeconómico porque, obviamente, el problema se agrava con la crisis actual, con la falta de acceso a los alimentos, el hambre, el abandono, el caos social que introduce el neoliberalismo, el desempleo. 
Pero aún en épocas mucho mejores en cuanto al empleo y al salario, el problema de la violencia siguió existiendo (2007-2009 fueron años terribles). Eso creo que marca que el problema tiene una base cultural: El desprecio por las normas de convivencia, el desprestigio, inepcia y/o corrupción de la policía, el irrespeto a todo nivel, la crisis de representación. 
Personalmente creo que hemos pasado de una cultura de obediencia a la fuerza, que por razones más que entendibles (proceso militar, desapariciones, torturas, más las ya mencionadas inepcia-corrupción etc.) se ha esfumado,  a un vacío de sentido. Y el vacío de sentido engendra violencia. 
Creo que, como sociedad, no hemos sabido reemplazar aquella 'obediencia asociada al temor', al uniforme o a las armas (relación surcada por un eje vertical), por algo así como 'respeto por las normas de convivencia, por el otro y por uno mismo' (relación atravesada fundamentalmente por un eje horizontal). Éste es el problema cultural.
En los últimos años, la policía de nuestra provincia ha incrementado cerca del triple los efectivos, los móviles, etc. ... con resultados casi nulos. Apenas llega a una comisaría como la octava (la de mi barrio), el flamante efectivo es aleccionado/amenazado por los oficiales viejos en el sentido de continuar con el delito 'azul' (protección a ciertos narcos, ladrones, cafizos a cambio de $$$).
A mí me desvalijaron la casa cinco veces: septiembre 1985 (vivía en la casa de mi madre por ese entonces), octubre 2006, febrero 2010, diciembre 2017 y agosto 2018. Los intentos de robo con intrusión son innumerables (marzo y agosto de 2018, 22 y 24 de agosto de 2019, por citar sólo algunos). En ninguna de las ocasiones la policía encontró absolutamente nada. Se limitan a pasar frunciendo el ceño, mirar todo por arribita y listo. Parecen creer que con eso ya cumplieron su función. Y así nos va.

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