Hace no mucho tiempo leía en Telesur sobre una mujer inglesa que insultaba en un tren de Londres a todos aquellos que le parecían inmigrantes y los instaba a dejar la patria de los “ingleses”. Ello me llevó a preguntarme ¿Que son los ingleses en términos culturales y genéticos?
Las islas británicas, ingresan a la historia clásica como pobladas por celtas, a su encuentro con los invasores romanos. Esos pueblos celtas provinieron de la península ibérica, según investigaciones genéticas muy recientes. Los romanos ocuparon el sudoeste del territorio durante cerca de cinco siglos. Al término del período romano, las islas británicas fueron invadidas por pueblos sajones propiamente dichos, anglos (también sajones) y jutos (pueblo dinamarqués). Una y otra vez soportaron ataques de los vikingos que tambien dejaron su huella genética. Finalmente, en el siglo XI, los normandos (del norte de francia, descendientes de vikingos) llegaron a las islas y constituyeron las clases gobernantes.
Para complicar aún más las cosas, un estudio muy reciente indica que tanto la genética europea, como asiática y del África norsahariana contienen un 2 a un 5% de genes neanderthal. Sólo los africanos subsaharianos carecen de rastros de este mestizaje.
Viendo este verdadero crisol de genes me pregunto ¿Son los ingleses celtas, celta-romanos, sajones, normandos o vikingos? Más propiamente serán una mezcla variable de todos ellos, con un sutil toque neanderthal. Menos mal que se trata de islas…
Vayamos a los españoles, tal vez aquí las cosas sean más sencillas. Configurada sobre un sustrato celta (o celta-neanderthal), con incidencia fenicia, griega y de otros pueblos mediterráneos, España luego recibiría la dominación romana Tal identidad se suscitó entre romanos e ibéricos que Roma les otorgó la ciudadanía romana. Al colapsar aquel imperio, se instalaron allí los visigodos (otro pueblo germánico proveniente del sur de Suecia y con travesía desde el oeste de Rusia hasta España y el norte de África. Pasaron también por Iberia los Vándalos, otro pueblo germánico que terminó radicándose en el norte de África (Túnez). Luego los visigodos serían vencidos por los moros, integrados mayoritariamente por bereberes con oficialidad árabe. Hubo, incluso, alguna incursión normanda (o sea, descendientes de vikingos) por la zona de Cataluña y frecuentes contactos con la amplia Francia de Carlomagno (integrada en ese entonces por regiones que hoy son holandesas, belgas y alemanas) de Asturias, Euskal y Cataluña, sobre todo por configurar la “Marca Hispánica”. Además de ellos, no nos podemos olvidar de los aportes culturales y genéticos, desde el norte de áfrica, de los judíos sefaradíes (Sefarad, quiere decir España en hebreo).
Recapitulemos, un español ¿vendría a ser celta, celta-romano, visigodo, moro, judío, vándalo o una mixtura de algunos o varios de esos pueblos?
Muy complicado, pasemos a Francia. Bueno, teníamos “originalmente” (porque antes de ello, vaya a saber) a los galos (celtas), luego llegan los romanos, luego los francos (también de estirpe sajona), sumados a los aportes más o menos pasajeros o residuales de neanderthales, visigodos, vándalos, vikingos, judíos y … hasta mongoles (si Ud. tiene grupo sanguíneo B o AB, felicitaciones, tiene al menos un ancestro mongol o tártaro). No conozco mucho del resto de Europa, pero no es muy diferente en cuanto a la increíble variedad de aportes genéticos y culturales. Recomiendo aquí la lectura de Foucault: Genealogía del racismo (Il faut défendre la société).
Bueno, entonces, de razas puras no podemos hablar en Europa, no. Está claro que los europeos son un producto de mestizajes secuenciales y allí, precisamente, reside la principal riqueza de Europa. Cada uno de esos pueblos aportó anticuerpos, tecnologías, variedad genética, cultura, relaciones. Europa, para decirlo bestialmente, fue un cogedero, un caldero de genes y un laboratorio cultural potentísimo que interrelacionó África, Oriente cercano y lejano, el Ártico y la misma tierra europea.
Hasta aquí notarán que he evitado hablar de “raza”, prefiriendo el término pueblo o cultura. Ocurre que desde la biología se refuta completamente la noción de raza humana. Los seres humanos nos diferenciamos en apenas un 0.1% de nuestros genes, en promedio. Las diferencias entre lo que hasta el siglo XIX se llamó “raza” (término fuertemente ideológico e imprescindible para la hegemonía política y económica de las aristocracias europeas) se han demostrado como únicamente y crasamente superficiales: Color de piel, color de ojos, color y aspecto del pelo, dimensiones de los miembros y escasamente más. Ni la fisiología, ni las resultantes intelectuales indican diferencias significativas y constantes entre las mal llamadas razas humanas. Si pensamos en las razas animales, por otra parte, también se revela que son producto de prácticas humanas conscientes: Separación, selección de características, cruzamientos forzados y otros.
Otro interesante aporte de la biología lo constituye el concepto de “vigor híbrido” (o heterosis), resultante de la mezcla de genes que favorece generalmente la salud, las defensas, las expectativas de vida y otras características de los seres vivos.
Entonces, en el rechazo a los inmigrantes del que hablaba al remontarme al ejemplo del principio, además de la ideología repulsiva que se emparente al nazismo y está íntimamente relacionada con el egoísmo más extremo, vemos también a la ignorancia. Los presuntos derechos raciales de esa persona “inglesa” no se remontan más que a unos pocos siglos y son tan válidos como los de cualquiera en términos biológicos y culturales.
En alguna ocasión, espero que no muy lejana, hablaré de esto de la inmigración desde el punto de vista filosófico, enlazando lo económico con los derechos y libertades de las personas.
Esteban Cámara
Santa Fe, 13 de julio de 2012
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