El protagonista de estas obras, ya sean películas, programas de televisión, cómic o libro, invariable y paradójicamente, nunca es un zombie. Llamémosle “no-zombie”, para no caer en conceptos moralmente calificados, como por ejemplo “normal”. Tampoco me parece correcto usar términos que parecen referir a una especie de biopoder foucaltiano, como sería el caso de “no infectado”. Además de no ser zombi, este protagonista genérico es un perfecto burgués: Está bien vestido, limpio, vive en ciudades, tiene casa y, casi siempre, auto.
En la guerra que se instaura, siempre los zombis atacan con hambrienta saña a los que no lo son. Los zombis son torpes, lentos y carentes “casi” por completo de inteligencia (como veremos es muy importante el “casi”). Sus ropas están sucias con infinidad de cosas, predominando la sangre y, generalmente están heridos, tienen el cuello y alguna o varias extremidades quebradas. No parecen sentir el dolor y su gula es furibunda, irrefrenable.
Todos los años se estrenan varias películas sobre el tema, con ligeras variantes. Hay comedias, incluso como “Shawn of the dead”. Pero en casi todos los casos, ganan los zombis. Su victoria suele ser inexorable. A mí me encantan.
Tanta reiteración debe significar algo, ¿no?
Además de la furia, el hambre, la suciedad, la torpeza, etcétera, el elemento fundamental de mi teoría es analizar cuál es la línea de la batalla de los zombis contra los no-zombis. Siempre los no-zombie terminan refugiados en un bien: Una casa, autos o camiones, una granja, una fábrica, un centro comercial. Todos estos objetos son símbolos de estatus burgués y/o manifestaciones de su poder o medios de producción. Esa es la línea de confrontación: El poder del capital contra la fuerza bruta, las manos desnudas.
Los zombies, en su búsqueda de carne fresca, generalmente (aunque no exclusivamente) humana, atacan esos bienes y los no zombies se refugian en ellos más que como fortalezas casi como si fueran talismanes, como si estuvieran embebidos de un poder mágico. Los no-zombie trazan la línea de batalla en los límites de su mercancía-fetiche, de sus bienes más monumentales. No obstante, casi nunca el resultado es bueno: Tales refugios terminan cediendo casi invariablemente frente a la presión kamikaze y descerebrada de los zombis y su número. La masa bruta termina triunfando, con sus cabezas rompen ventanas y cercas, trepan unos sobre otros escalando muros y saliendo de fosos. En estos casos la salida sólo será escapar a una isla o la hecatombe total que termina con todos, zombies y no-zombies.
Es muy significativo que la única manera de destruir a un zombie es dañar significativamente su cabeza. Esto es muy rico, casi Gramsciano: Parece que en la hipótesis del zombie la única medida exitosa de de los no-zombie consistirá en hacer que estos torpes y deteriorados seres que casi no piensan … dejen de pensar por completo.
Una película que resulta particularmente significativa a este respecto es la ya mencionada comedia de horror inglesa “Shaun of the dead” (UK, 2004, de Edgar Wright) que en el mercado Argentino se llamó “Muertos de risa” (¿? viendo la calidad de la traducción de nombres de películas, me pregunto si habrá que ser idiota para que te elijan para esto o te dan un fuerte golpe en el cráneo con una maza de dos kilos el primer día de trabajo).
La película homenajea y satiriza al mismo tiempo a las películas iniciadoras del tema, particularmente a las de George Romero, quien diseñó la estética y reglas narrativas de este subgénero del horror. Tan impresionado quedó el propio Romero con este film que contrató a los dos protagonistas Simon Pegg y Nick Frost para aparecer como zombies en su cuarto abordaje del tema “Land of the dead” (USA 2005), llamada sorprendentemente bien en Argentina "Tierra de muertos”.
Volviendo al tema, lo importante de esta película para mí es que los zombis, hacia el final de “Shawn of the dead”, terminan siendo atenuados químicamente, controlados, “domesticados” (aunque no del todo) y … usados como mano de obra esclava para las tareas más sucias y ultrajantes. Hmmmmm ¿no les suena?
Otra película impresionante desde el punto de vista semiológico es precisamente la ya mencionada “Land of the dead”, de George Romero (¡qué genio!) en donde los zombis han triunfado y dominan el mundo. Los remanentes no-zombie se refugian en recintos amurallados: Cualquier reminiscencia de los barrios privados… no es casualidad. Los muertos vivientes ahora son un poco más inteligentes (aprenden a vadear ríos y a usar armas) y tienen un líder: Big Daddy, “casualmente” … ¡de piel negra!.
Sobre el final de la película el protagonista no zombie (interpretado por Simon Baker, el de The Mentalist) se da cuenta de la inutilidad de seguir luchando y sella implícitamente una tregua con los muertos que parece iniciar una particular clase de apartheid, aunque esta vez sin supremacía “blanca”, mutuo.
Otra película reciente es, también de George Romero: Survival of the dead (USA Canadá, 2009), en donde se plantean las dos políticas de manejo del tema zombie: La compasiva, integradora (bastante delirante, en el contexto) y la lucha destructiva, sin cuartel.
Interesantes elementos de análisis proporciona, a su vez, la serie televisiva de AMC, de notable calidad: The Walking Dead, emitida por Fox desde el año 2010. De Frank Darabond, está basada en el comic homónimo de Adlard, Moore y Kirkman que se sigue editando y va por el número 99 (actualizado al 06 de julio de 2012). Allí se cuenta la historia de un grupo de sobrevivientes de la zona de Georgia, USA, comandados por un ex oficial de policía en su lucha por vivir en un mar de zombies.
Hasta julio de 2012 se han emitido 19 capítulos de la serie televisiva, estando contratados por AMC 26 más. La correspondencia con el comic no es total: Hay personajes que sólo existen en alguno de los medios y hay hechos que ocurren en ambos pero con significativas diferencias cronológicas. Dentro de estas diferencias, los primeros 6 capítulos de la serie se corresponden, a grandes rasgos con los 3 primeros episodios del cómic.
Los personajes de la serie tienen fuertes conexiones con los dioses del olimpo, particularmente Glenn (Hermes-Mercurio), quien se dedica a las excursiones de exploración y avituallamiento y es el portador y difusor de noticias. Daryl (personaje que no existe en el comic), siempre con su carcaj de flechas, recuerda a Apolo, mientras que el líder Rick Grimes, es claramente Zeus. Y así ocurre con otros personajes, tal vez no con todos. Esta es una interpretación propia, totalmente original (a partir de la temporada 3 esta correlación no se ha mantenido, nota posterior).
Mas allá de estas coincidencias, es interesante una de las características: A instancias de su líder y protagonizadas por él, el grupo o parte de él, suele embarcarse en diferentes expediciones. Algunas, bien motivadas, están destinadas a la obtención de recursos necesarios. Otras, más bien basadas en la venganza, la curiosidad o un cuestionable sentido de justicia, suelen terminar poniendo en peligro a todos, incluso a los que no participaron directamente en estas “salidas”. Finalmente, Rick toma consciencia de que esas salidas no sólo son innecesarias, sino directamente suicidas y amenazan la supervivencia del grupo. Existe aquí, a mi entender, una interesante metáfora de las aventuras bélicas yanquis, particularmente las posteriores a la segunda guerra mundial.
Otro elemento interesante es una frase que campea en esta obra: “Los zombies no se matan entre ellos”. Ellos son solidarios, no se atacan, no se molestan, compiten, pero sin estorbarse. Los no zombies se atacan, se roban, se asesinan, conspiran contra sus congéneres y codician bienes y afectos ajenos con particular gula capitalista.
Yo hago una lectura ideológica integradora de toda esta alegoría: Los zombis representan a los pobres, la clase trabajadora, los inmigrantes del tercer mundo o el proletariado, en la visión de la burguesía de las metrópolis. Todo esto puede ser interpretado perfectamente en los términos del materialismo dialéctico.
Por último, todo este tema del inevitable triunfo zombi, tiene fuertes reminiscencias de la teoría enunciada por Kart Marx respecto del autogenerado agotamiento del capitalismo y la 'inevitabilidad' del triunfo del proletariado en la dialéctica marxiana (tesis que no comparto).
Esteban Cámara
Santa Fe, 25 de marzo de 2010 - 06 de julio de 2012
muy bueno!!!
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarExelente!! Coincido totalmente, ya un profesor de historietas me había avisado que los zombies representaban a los pobres y a los inmigrantes. Así que tu tesis es impecable. Lo voy a copiar y pegar en mi Face y te voy a nombrar como su autor ,como debe ser.
ResponderEliminar¡Muchas gracias! Me alegro que te haya gustado
EliminarMi Interpretación acerca de los zombies es que, estos descerebrados representan el aspecto visceral de la psique humana; la indolencia más que patológica al autoexamen y la auto-observación que conducen al sinsentido la estupidez y lo irracional. El zombie es claramente el repugnante producto de la apatía humana, el miedo de nuestra sobra psíquica que emerge fétido y abruptamente de las grietas de las ciudades después de siglos de
ResponderEliminarabuso, deshonestidad, prostitución, gula y materialismo mental. El zombie es la metáfora perfecta de la irresponsabilidad y la deshonestidad hecha estupidez, que emerge de nuestros mismos hogares para recordarnos lo mierdas, hipócritas y deshonestos que somos ante nuestra Voz interior, la deshonestidad es la consecuencia inevitable por negarnos a revisar que vivimos en una crisis existencial, el miedo que se alimenta porque jamás hemos hecho nada para sanarlo: estamos muertos pero juramos, asumimos y sostenemos, que estamos perfectamente mostrando la mejor careta ante las redes sociales y el mundo; así es como negamos el conflicto a toda costa por cobardía; ahora la fétida sombra es una pesadilla, un abominable espectro pestilente que frenético emerge súbitamente de las sombras de la noche para devorarnos, un terrible e insoportable presentimiento, el sueño más temido hecho carne porque jamás nos permitimos antes aceptar el conflicto existencial interior en esta desbocada, materialista y epicúrea carrera en pos de los sentidos y el placer del cuerpo en este mundo utópico "perfecto" y "civilizado".
A mi me gusta decir: La semiosis para el que la significa. O sea, cualquier semiosis es válida siempre que preñe al significante de significado.
ResponderEliminarPor lo demás, les pido muy encarecidamente que pongan un nombre en cada respuesta porque es muy molesto no tener ni idea de desde donde habla la otra persona.