Jamás entenderé el odio de ciertos padres de las víctimas, como el más paradigmático, ese abogado de barba, hacia los músicos que tocaron esa noche. Tal odio, o sobreactuación, suena más bien a una sobrecompensación por abandono.
Pato Fontanet, ex músico de Callejeros y objetivo de la venganza. Hoy, en riesgo de muerte. |
¿Podrá ser la banda Callejeros responsable de los materiales inflamables del techo y de otras partes del inmueble y de haber cometeado (sobornado) a 1os inspectores municipales para que obvien esos criminales "detalles"?
¿Podrán los músicos que tocaron allí esa fatídica noche ser quienes cerraron con candado las salidas de emergencia?
Esos son algunos de los componentes fundamentales de aquella tragedia. Todos ellos son responsabilidad de la parte empresaria del suceso.
El otro determinante es la sobreasistencia de público, que podría ser atribuída al empresario o a la banda (como alega éste). Según el organizador-empresario, la banda controlaba o supervisaba el ingreso de público, como parte de su lógico cuidado recaudatorio. Ignoro en profundidad este punto, puede ser que alguna participación le quepa en ello a los músicos o su representante. Pero en todo caso, el control de la sobreasistencia de público con el objetivo de la seguridad siempre es una responsabilidad primaria del empresario. E, insisto, no es el elemento crucial de la tragedia, no es el componente asesino.
Otro "argumento" contra la banda es una entrevista radial de aquella época a un integrante de Callejeros en la que decía que las bengalas eran parte del rock y que seguramente habría bengalas "a full" en el recital. Eso ni siquiera configura una apología, ni mucho menos una incitación al delito. En ningún momento insta al público a llevar y encender bengalas. Es en todo caso una declaración imprudente, repudiable, peligrosa. Ahora, ¿condenar a cárcel por algo así? Es exagerado, histriónico, sobreactuado.
Realmente no entiendo, en el marco de mi simple lógica, como pudieron estos músicos haber sido condenados a penas semejantes a las del empresario asesino.
¿Será por la presión social ejercida sobre los jueces por los familiares, en connivencia con ciertos políticos de rapiña que salieron beneficiados en la tragedia y con los medios de comunicación aliados de éstos?
Sospecho que, en mucho, así es. Lamentablemente.
Y lo peor es el precedente que esto pueda sentar. Me imagino a algún trovador del folk rock que se entretenga en alguna cantina con algún pago de acuerdo a la asistencia. Me imagino también que se produzca algún accidente o desaprensión empresaria que cause daños en el público. ¿Correrá peligro de ser condenado aquel artista? ¿Tendrán los músicos que inspeccionar la seguridad, los materiales, la calidad constructiva y la higiene de los locales en donde van a actuar? ¿Tendrán los artistas que pedirle a los funcionarios e inspectores municipales (los verdaderos responsables del punto anterior) una declaración jurada de que no han sido sobornados para permitir una situación riesgosa?
Bueno, más allá de eso, hoy un artista tiene su salud, y su vida, en riesgo, tal vez por el odio que, injustamente, se dirigió hacia él vaya a saber por qué tara. Fuente Diario Registrado.
Quiero por último marcar la diferencia entre estos dolientes desmadrados y Susana Trimarco, o las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Es como si Susana Trimarco quisiera llevar a juicio a los vendedores de alcohol, por ser consumido en los lugares de explotación y trata de personas. O como si las Madres desplegaran toda su energía en el castigo a Tesla y a los proveedores del servicio eléctrico. ¿No sería ridículo? Pero tranquilos, que se puede ser obstinado en la verdad y la justicia sin histrionismo y sin acusar injustamente y ellas, precisamente, son la prueba.
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Esteban Cámara
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