Ayer pasé por TN haciendo zapping y justo agarré cuando empezaban a "denunciar" que el buque insignia de la oposición, Sanata, estaba desaparecido en Venezuela. Justo había estado viendo el papelón del programa del domingo a la noche con los resultados de las elecciones cuando, luego de preparar el "festejo" del tan esperado por ellos triunfo de Capriles, tuvieron que dar la noticia de la victoria de Chávez. Luego de eso fueron al más largo corte de la historia de la televisión, ya sin contenidos: La victoria del pueblo venezolano los desnudó en su falta de rigor periodístico y el negocio, digo el programa, se tambaleó a la deriva y lo finalizaron casi al instante.
Todavía me estaba riendo de eso del soberano desnudo y enfrentado a la sinceridad de un niño, cuando aparecen las placas catástrofe de la cadena del establishment, anunciando una casi desaparición del inflado showman. Hasta la diputada Bullrich, una de las comediantes y lobbystas políticas más eficientes, aportó su granito de arena intentando confundir y preocupar a la audiencia. Hablaban de que se habían presentado en el hotel unos custodios "sospechosos", como sugiriendo una trampa. Sin embargo, el grupo llegó hasta el aeropuerto en donde se decía que los había llevado al segundo subsuelo gente de la inteligencia chavista. Esa fue la segunda contradicción: ¿No era que no sabían el paradero del grupo? ¿No era que no tenían comunicación? ¿Telepatía? Por último, fue tan plañidero, obsesivo y repetitivo el reclamo de TN que me dí cuenta de que era sobreactuado y dije: Apuesto a que antes de que pase mucho va a aparecer como si nada. Y así fue. No es poco lo que lograron con la opereta: Pude soportar cerca de media hora de TN, cosa que no pasaba desde 2004 más o menos.
La cuestión es que, precisamente en el clímax del bombardeo angustiante, apareció la comunicación con el periodista pretendidamente secuestrado por la "dictadura" chavista. Relató, en tono monocorde y sin expresividad, que les habían incautado o borrado los materiales registrados en ese país. Yo pensé, ¡qué raro!, ¿le roban el fruto de su esfuerzo de varios días y el tipo tan tranquilo?
Luego ví la repetición del programa Sanatero del domingo, con todo el cotillón que después no se iba a poder usar. Con infinidad de notas a la gente de Capriles y a los argentinos de la Brigada Cola macrista que fueron a confundir y a confundirse creyendo en (deseando) una derrota de Chávez, encabezados por la diputada Bullrich. También había visto a otro macrista, Federico Pinedo, hablar de una pseudo encuesta que después terminó sincerando como "Carómetro". Al parecer, según este discutido y novel humorista político, el Carómetro tiene el valor de un boca de urna y consiste en semblantear las caras de seriedad o alegría de los actores. Según vió, o más bien quiso ver él, los Chavistas estaban serios y los Caprilistas, alegres. Por ende, este Arquímedes de las pampas, colijo que ganaba Capriles. Inteligencia y apellido no siempre se llevan.
Claro, con todo esto, el material obtenido por Sanata en Venezuela era inservible. Imaginen, notas a los perdidosos cuando se creían ganadores, interminables reportajes a los políticos argentinos de derecha, mentirosos y/o improvisados, como marionetas de un discurso nuevamente derrotados. ¿Que contenido desestabilizatorio o preocupante podría representar esto para Chávez? Cero.
La "ultima ratio" (es medio mucho "ratio") de este ex comunicador devenido en cómico, que últimamente se desvive no por dar las noticias, sino por inventarlas ¿cuál podía ser?: Inventar que le robaron el material.
Lessssssto.
Esteban Cámara
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