lunes, 29 de octubre de 2012

Democracia y República

He aquí algunas de las problematizaciones que están publicitando los grandes medios de comunicación argentinos y que, como lógico reflejo, se contagian a gran parte de la clase media de este país:

¿Está desapareciendo la república?

¿Se vulnera, de una forma u otra, la institucionalidad?

¿Existe, por mínimo que fuera, riesgo de dictadura? ¿Qué es la democracia?


Analicemos:

República

El republicanismo como forma de gobierno significa el imperio de la ley y la igualdad de los ciudadanos ante la misma, sin privilegios de clase y el respeto por los derechos humanos. Una condición importante es que los mandatos de los gobernantes posean término y sean electos por el voto ciudadano. Así referido, por ejemplo, la Argentina no debería considerarse república hasta 1916 por lo menos, cuando se empezó a aplicar la Ley Sáenz Peña. Y tampoco lo hubiera sido en los períodos de dictaduras militares o fraude (no menos de 34 años del período 1916-1999, cerca de un 40% del tiempo). Peor aún, en los dos primeros siglos de historia del país autónomo, sólo un 24% del tiempo debiera considerarse plenamente republicano.

En primer lugar, respecto del sistema eleccionario no existe ni la menor sospecha fundada. Los índices de participación han aumentado y los resultados de las elecciones nacionales, desde 1983 en adelanto no han originados quejas. Existen personas que dudan de los mismos, pero sin aportar ningún indicio o prueba razonable, más bien parecen ser personas con una costumbre inveterada de poner en duda la realidad que no les conviene.

Respecto del imperio de la ley y el funcionamiento en general del poder judicial, nadie que entienda en la materia duda que la corte suprema de justicia actual es la mejor del período democrático, por la excelencia académica y la independencia de sus integrantes. En el resto del sistema judicial aparecen los matices, con jueces nombrados por la dictaduras o por acuerdos facciosos y con intromisiones exageradas de la iglesia católica, las corporaciones y los intereses económicos y de clase. Por otra parte, la calidad jurídica y la estabilidad de criterio de las sentencias, a mi juicio, deja bastante que desear. No obstante esto y la consiguiente dispersión y volatilidad de la calidad del servicio de justicia, lo menos que se puede decir es la misma que no es menor, todo lo contrario, a la del mejor período anterior.

La división de poderes se mantiene, sin inconvenientes. El trámite legislativo refleja a grandes rasgos el momento de la voluntad popular con una tendencia última a estar incluso a la vanguardia del pensamiento ciudadano. A veces el parlamento parece traccionar los avances inclusivos (y a este respecto podemos citar las legislaciones de matrimonio igualitario, identidad de género,  muerte digna y fertilización asistida), enhorabuena. Tampoco se puede atacar a la calidad republicana por este lado.

Queda, por último, referirse a los Decretos de Necesidad y Urgencia, herramientas de gobernabilidad de las que se abusó en ciertos momentos y que, a pesar de algunas denuncias más mediáticas que fundadas, aún en el período 2009-2011 en el que la correlación de fuerzas en la legislatura registró un virtual empate entre el gobierno y la enconada e intransigente oposición (a tal punto que no se funcionó todo el año 2011 sin presupuesto actualizado), tuvieron un uso lógico y menor al de otros períodos. 

Institucionalidad

A mi modesto parecer y concordante con la opinión del Sociólogo Ernesto Laclau, entre otros, el respeto a ultranza por la institucionalidad tiende a impedir cualquier cambio social, dado que la "institucionalidad" es el producto estructural-organizacional y legislativo de un determinado estado del equilibrio de fuerzas ideológicas y de clase. Parte de la oposición a este gobierno parece haber caído en el vicio del "Institucionalismo", el que pretende mantener a ultranza la institucionalidad, con énfasis en las formas, en la filigrana de los puntos y las comas de la redacción de leyes, ordenanzas, protocolos, escalafones y estatutos operativos, olvidando el objetivo último de la función del estado y los valores republicanos y humanos intrínsecos.

Para terminar el tema, sólo quiero reiterar lo ya expresado: La clase media a veces parece verdaderamente incapacitada de observar CONTENIDOS. Las FORMAS, magnificadas casi hasta el delirio por su propia percepción de clase, se los ocultan. 

Democracia

A veces me sorprendo al analizar lo que se connota de las expresiones de muchos de mis conciudanos relativas a la democracia. Parecen creer que democracia consiste en hacer lo que ellos, individualmente, quieren. Así, las restricciones a la compra de dólares o de objetos suntuarios son manifestadas por ciertos sectores como un ataque a la democracia.

Debieran entender que 'Democracia' es actuar de acuerdo a la VOLUNTAD E INTERESES de las mayorías, respetando los DERECHOS HUMANOS de las minorías. Nada hay en el modelo actual que se aparte de estos principios.

Volviendo al primer párrafo, éste es un modelo que prioriza el empleo de los trabajadores argentinos y por el cual 5 millones de personas tienen trabajo, lo que se refleja en una ocupación que pasó de un 73 a un 93 % en menos de una década. El derecho a comprar todos los dólares que quiera y pueda un argentino, a mi humilde parecer, es insignificante frente a la posibilidad de que pierda el trabajo una sola persona.  

Nos vemos pronto.



Esteban Cámara




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