viernes, 29 de junio de 2012

Sobre la locura “ideológica”

El contenido de este artículo podría lesionar la sensibilidad de algunas personas.

Hace no mucho, veía en una serie de ficción que a un racista yanqui asesino su defensor, de raza negra, lo defendía argumentando que padecía una enfermedad mental: Racismo.

En ese momento me indigné porque me lo imaginé como subterfugio para innumerables hijos de puta: Homófobos, Racistas, Xenófobos, Supremacistas, Machistas y muchos otros *istas.

Luego de contar acerca de esto, me empezó a surgir la duda de si no habría algo de verdad en todo esto. Pensaba en las descripciones de contemporáneos de los nazis, a quienes catalogaban como “buenos vecinos”, “buenos padres”, “buenas personas”…

Hace un par de días supimos con estupor de las declaraciones que hizo Videla, el ex dictador argentino, asesino, torturador y apropiador de bebés, en el juicio por robo de bebés.

Hubo un elemento en ellas que me recordó aquella idea de la locura y me empezó a incomodar. Es esta: Según Videla: “Las parturientas a quienes respeto como madres eran militantes activas de las maquinarias del terrorismo y muchas de ellas usaron a sus hijos embrionarios como escudos humanos al momento de ser combatientes”. Aquí hay claros elementos de desquicio, de delirio.

En primer lugar, me es imposible pensar a una “parturienta” en combate, disparando entre contracciones, rompiendo fuentes al momento de quitar el seguro de las granadas y velando por su adecuada dilatación.

Otra imagen tremenda que sugieren estas palabras y que me es completamente inverosímil es pensar a las embarazadas enfrentando a sus enemigos con los vientres expuestos y tratando de escudarse en ellos.

Mas allá de este análisis literal y despiadado del dicho, la intención del asesino ex general seguramente fue más metafórica, pero ni aún así es remotamente comprensible.

A ver, ¿de qué manera, entonces, pudieron las embarazadas (aquí traduzco al término correcto ante la manifiesta estupidez del original) usar sus embriones como escudos? No, no me es posible imaginarmelo sin recurrir a absurdos como los ya expuestos.

Entonces, si la frase no encuentra situación real que sea mínimamente racional, no queda más que considerarla demencial.

Aquí es en donde empiezo a ver la locura. Una locura que comienza su camino desde lo ideológico y, lo ideológico, a posteriori, parece definir claramente una asimetría: De ser esas futuras madres combatientes de otro signo ideológico, seguramente este monstruo no hubiera planteado así las cosas.

Desde cierta tradición ideológica que no comparto, otras palabras del dictador son racionales. La necesidad de disciplinar al país instaurando el neoliberalismo, por cualquier método por cruento que fuera. Su rechazo de los jueces, común a cualquier otro autor de delitos aberrantes, que no suelen estar previstos en las legislaciones y cuyos sujetos han sido desde siempre poseedores (reales o autodeclarados) de fueros especiales. Las dudas que intenta sembrar apelando a la disparidad de las cifras de desaparecidos, disparidad alentada por su propia política de ocultamiento y confusión de los hechos, ocultamiento de cuerpos, vuelos de la muerte, fosas comunes y tantas otras.

Párrafo aparte merece otro de sus argumentos: La asimetría de castigo. Ésta es fácilmente explicable desde la cobardía de sus propias acciones y del sistema represivo que evidentemente instauró su dictadura: Clandestino, negador, oscuro, confuso, mentiroso, dual y muchos adjetivos más que tuvieron como resultado la desaparición de pruebas, testigos y sospechosos y hasta de sus familiares, vecinos y conocidos. ¿De qué manera podría hoy la justicia juzgar algún hecho producido por la guerrilla de aquellos años, si por el accionar de los propios esbirros de Videla y sus métodos cobardes y clandestinos es imposible obtener la más mínima declaración o prueba? Aún así, ésta parece una defensa ineficaz o cobarde, pero no una neta locura.

Saliendo ya del caso Videla, veo en los crímenes más aberrantes de los nazis, de los fascistas, del franquismo, de cierta izquierda, del estalinismo y, sobre todo, de las acciones de Estados Unidos y sus líderes en mayor medida luego del 11 de septiembre de 2001, ciertos denominadores comunes: Prejustificación de cualquier acción propia, desconocimiento de cualquier derecho en el enemigo o incluso de la condición humana de los mismos e irrestricción en el uso de recursos. Podríamos agregar tambien aquí a la inquisición de la iglesia católica.

Siempre se esgrime una injuria previa por parte de las víctimas. En el caso de los nazis, el peligro y el socavamiento de la nación alemana por parte de los judíos. En el franquismo y los fascistas, el “Peligro Rojo”. En el estalinismo y en ciertos sectores de la izquierda, la reacción burguesa o antirrusa o contrarrevolucionaria. Por último, en Estados Unidos, el terrorismo islámico, el odio contra su versión de la “libertad”, el antiamericanismo.

En todos esos “otros”, la acusación está casi pre-probada. Basta enunciarla, basta que el futuro agredido conste de una determinada nariz o de un prepucio intacto, una bandera roja, una débil crítica o una falta de entusiasmo respecto del régimen o de un turbante y/o una barba tupida sobre una piel apenas morena para que se dispare y se destruya.

Impúdicos, luego recuentan los muertos ajenos y festejan la sangre derramada, sedientos. Usan los cuerpos y bienes de sus víctimas como trofeos y se entregan a una bacanal de odio manifiesto.

Es algo extraño hablar de locura “ideológica”, porque parece haber una contradicción entre locura y lógica. Pero, lógicas hay muchas. No obstante, la construcción de este tipo de delirio anida en esa estructura de ideas en una parte bien delimitada. Tensiona al resto de la estructura, pero no la desmorona.

Estos individuos suelen ser calificados por sus pares como personas normales, hasta excelentes, Pero una vez tocado su motivo, el núcleo de su locura, casi sin excepción se les escapa un monstruo.

Veo que, fuera de este delirio, pero como un soporte de él existe lo que se llama relativismo moral. Este relativismo es cuando se justifica la postergación de los oprimidos en alguna geografía lejana con frases como: Y bueno, es una cultura distinta o nosotros no los podemos entender. Nunca se debe tolerar el menoscabo de la condición humana, ni por razones de género, de pensamiento, de costumbres, de color de piel o bajo ninguna otra excusa.

Desde aquí, desde estas líneas, quiero llamar a la adecuada proporcionalidad de medios y fines, a la justipreciación de las acciones de los individuos y colectivos y, sobre todo, de sus resultados. A su vez, condeno por completo el relativismo moral. Nunca puede haber justificativo para las aberraciones, para la tortura, para el hostigamiento y la discriminación. Mucho menos para el asesinato o el genocidio.




Esteban Cámara
Santa Fe, 29 de junio de 2012

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