Se
instalan en una cabaña el viernes por la tarde y, apenas dejan los bolsos en
ella, se van para el embarcadero donde un bote los llevará a la isla.
Aparece
un billete de 100 dólares en el embarcadero, dónde por mucho tiempo no hubo
nadie más que ellos. El astuto lo detecta y, sin dar ninguna muestra de ello,
lo pisa. Cuando los demás están distraídos hace como que se ata los cordones de
los borceguíes y se lo mete en la media para luego llevárselo a la billetera.
Mientras van en el bote para la isla otro de los amigos dice:
-
Hey, ¿nadie perdió un billete de cien dólares?
Silencio
por parte del astuto y negativas por parte de los amigos restantes.
-
Entonces, -dice el que habló después de encontrar un segundo billete,
este fin de semana vamos a pasarlo bien.
Cuando
vuelven a las cabañas luego de la excursión de pesca, le pagan a un lugareño
para que les cocine los ejemplares que habían podido pescar y, con la plata
“extra”, compran vino de calidad, queso y fiambre para una picada, etc.
Y así
sucesivamente, de manera que cuando vuelven a Santa Fe, ya no queda nada de los
cien encontrados en segundo término. Los cien del astuto se encuentran a salvo
en su billetera.
Una vez
en su casa el astuto va al ropero donde tiene la caja con el dinero que reserva
para fin de mes para agregar allí el billete “encontrado”, feliz de su buena
suerte y del fin de semana glorioso pasado a expensas de algún otro.
Abre la
caja y ve horrorizado que no hay ni rastros de los dos billetes de cien que
guardara…
Entonces,
recuerda: En el apuro por irse, si bien pensó en guardar los dos billetes en la
caja, no recordó en ningún momento haber ido para el ropero. Seguramente los
dejó, instintivamente, en un bolsillo de la campera y al llegar al lugar de
embarque, con el trajín de acarrear cañas, cajas de pesca, etc. se le cayeron.
En fin,
ya era tarde para decirles a los amigos que el billete que disfrutaron entre
todos era el suyo. Además, era muy sospechoso que no lo hubiera dicho en su
momento y su “astucia” seguramente lo hubiera traicionado dejando traslucir mediante
alguna nota falsa, su intento de engaño.
Esteban Cámara
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