miércoles, 26 de junio de 2019

Sobre el sobrentendido

En los grupos de trabajo que he integrado generalmente trato de poner en claro las responsabilidades y metas de cada uno. Es más en eso suele consistir la mayor parte de mi trabajo.
Pero en algunos entornos, particularmente los que tienen que ver con el trabajo social, los demás participantes suele esquivar esa especificación expresando “se sobrentiende”. Se sobrentiende lo que cada uno tiene que hacer. En el mejor de los casos, mi experiencia muestra que la premisa puede funcionar, pero sólo hasta que ocurre alguna situación ligeramente anómala.
En el caso del trabajo social, es algo lógica cierta necesidad de indefinición por la naturaleza relativamente mutable, extensiva o poco definida de las problemáticas presentadas ante los equipos o individuos de intervención. No obstante esa variabilidad, esa mutabilidad, esa indefinición, casi siempre deberá abordarse mediante un menú bastante acotado (y parece acotarse cada vez más) de acciones públicas a disposición de los asistentes. O sea que, algo podríamos especificar respecto del entendido, dejar de sobrentender, al menos desde el punto de vista de los abordajes posibles. 
Aclaraciòn: creo importante reafirmar la necesidad del abordaje de las problemáticas por parte de equipos interdisciplinarios.
Volviendo al tema principal, el sobrentendido es definido por la RAE como “Entender algo que no está expreso, pero que no puede menos de suponerse según lo que antecede o la materia que se trata”. Es bastante claro que entender lo que no está expresado, es lo que se define como suposición. O sea, en un ambiente en donde rige el sobrentendido, lo que en realidad ocurre es que cada actor se maneja según lo que su particular subjetividad supone que se deriva de los antecedentes o la materia de la que se trata.
En cuanto a la forma lingüística del término podemos interpretar que sobrentendido trata de lo que cada persona sobre/entiende, o sea que al sobrentendido podríamos considerarlo como una especie de significante individual que parece particularmente improbable de expresar en un entendido colectivo. O sea, el sobrentendido está sobre, no es, el entendido. No es el entendido sino que está sobre él, está en otro plano. Esto presenta una similitud, al menos morfológica, con el concepto de signo en Lacan: El significante está sobre el significado, aunque desplazado de tal manera que debajo del significante … no hay nada.
¿Y por qué el sobrentendido no puede (o no quiere) ser expresado por el sujeto? De ser un significante, debería responder a un entorno previo de significación o sistema de referencia, por lo que esto representaría una paradoja, dado que el significante debe poder expresarse (¿tiene sentido un significante que no puede expresarse?) y el sobrentendido parecería que no.
Para solucionar los problemas derivados del sobrentendido en los equipos de trabajo, sugiero que los organizadores o planificadores que existan en estos equipos (ya sea esta función explícita o sobrentendida), periódicamente traten de facilitar la reflexión colectiva o puesta en común, en el seno de los equipos (tal como recomendáramos: interdisciplinarios), acerca de los sobrentendidos disonantes (divergentes o diferentes, en la medida en que causen situaciones incòmodas en los integrantes) que puedan aparecer respecto de las respuestas de los distintos elementos del grupo de asistencia en las distintas situaciones.
El objetivo de estas reuniones no sería tratar de forzar una definición taxativa de las funciones de los integrantes del equipo sino de poner en común los diferentes significantes respecto del entendido.


Esteban Cámara
Santa Fe, 26 de junio de 2019

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