En los grupos de trabajo que he integrado
generalmente trato de poner en claro las responsabilidades y metas de cada uno. Es
más en eso suele consistir la mayor parte de mi trabajo.
Pero en algunos entornos, particularmente los que
tienen que ver con el trabajo social, los demás participantes suele esquivar esa
especificación expresando “se sobrentiende”. Se sobrentiende lo que cada uno tiene que hacer. En el mejor de los casos, mi experiencia
muestra que la premisa puede funcionar, pero sólo hasta que ocurre alguna situación
ligeramente anómala.
En el caso del trabajo social, es algo lógica
cierta necesidad de indefinición por la naturaleza relativamente mutable,
extensiva o poco definida de las problemáticas presentadas ante los equipos o
individuos de intervención. No obstante esa variabilidad, esa mutabilidad, esa
indefinición, casi siempre deberá abordarse mediante un menú bastante acotado
(y parece acotarse cada vez más) de acciones públicas a disposición de los asistentes. O
sea que, algo podríamos especificar respecto del entendido, dejar de sobrentender, al menos desde el punto de vista de los
abordajes posibles.
Aclaraciòn: creo importante reafirmar la necesidad del abordaje de las
problemáticas por parte de equipos interdisciplinarios.
Volviendo al tema principal, el sobrentendido
es definido por la RAE como “Entender
algo que
no está
expreso, pero
que no
puede menos de
suponerse según
lo que
antecede o
la materia
que se
trata”. Es bastante claro que
entender lo que no está expresado, es lo que se define como suposición. O sea, en un ambiente en
donde rige el sobrentendido, lo que en realidad ocurre es que cada actor se
maneja según lo que su particular subjetividad supone que se deriva de los antecedentes o la materia de la que se trata.
En cuanto a la forma
lingüística del término podemos interpretar que sobrentendido trata de lo que cada persona sobre/entiende, o sea
que al sobrentendido podríamos considerarlo como una especie de significante individual que parece
particularmente improbable de expresar en un entendido colectivo. O sea, el sobrentendido está sobre, no es, el entendido. No es el entendido sino que
está sobre él, está en otro plano. Esto presenta una similitud, al menos
morfológica, con el concepto de signo en Lacan: El significante está sobre el
significado, aunque desplazado de tal manera que debajo del significante … no
hay nada.
¿Y por qué el
sobrentendido no puede (o no quiere) ser expresado por el sujeto? De ser un
significante, debería responder a un entorno previo de significación o sistema
de referencia, por lo que esto representaría una paradoja, dado que el
significante debe poder expresarse (¿tiene sentido un significante que no puede
expresarse?) y el sobrentendido parecería
que no.
Para solucionar los problemas derivados del sobrentendido en los equipos de trabajo, sugiero
que los organizadores o planificadores que existan en estos equipos (ya sea
esta función explícita o sobrentendida),
periódicamente traten de facilitar la reflexión colectiva o puesta en común, en
el seno de los equipos (tal como recomendáramos: interdisciplinarios), acerca
de los sobrentendidos disonantes (divergentes o diferentes, en la
medida en que causen situaciones incòmodas en los integrantes) que
puedan aparecer respecto de las respuestas de los distintos
elementos del grupo de asistencia en las distintas situaciones.
El
objetivo de estas reuniones no sería tratar de forzar una definición taxativa de las
funciones de los integrantes del equipo sino de poner en común los diferentes
significantes respecto del entendido.
Esteban Cámara
Santa Fe, 26 de junio de 2019
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