Elecciones del 16 de junio de 2019
El
resultado de las elecciones provinciales de Santa Fe lleva a un cambio
de gobierno luego de 24 años continuados de un frente con eje en el
anteriormente denominado partido socialista popular y paralelamente, marca el consiguiente
retorno del peronismo al comando del ejecutivo provincial.
Primero
deberíamos decir que doce años de gestión son bastantes, no es tan malo el
desempeño teniendo en cuenta el desgaste en el gobierno.
Incluso, luego de un descenso no particularmente pronunciado pero sí
sostenido en cuanto al caudal de votos (2007: 48.6%; 2011:38.6%; 2015:
30.6%; 2019: 36.4%), con la excepción de 2019, en donde hay un ligero
repunte (del cual ya vamos a ver una posible causa), pero que no alcanza
a evitar la derrota a manos del peronismo ni tampoco llega a igualar
(aún acercándose bastante) a la performance de 2011.
Siempre respecto de la elección a gobernador y analizando los resultados de las Primarias Abiertas
versus las Elecciones generales, gracias a la iniciación y participación fundamental de
mi sobrina Florencia Ruben, obtenemos como base
la siguiente estadística:
Elecciones
2019 Santa Fe |
|
PASO |
Generales |
Diferencia |
Juntos (PJ y
otros) |
704.168 |
738.936 |
34.768 |
FPCyS (PS y
otros) |
510.445 |
662.596 |
152.151 |
Cambiemos
(Pro-Radicales y otros) |
322.935 |
345.654 |
22.719 |
Frente de
Izquierda Trabajadores |
37.165 |
|
|
Nueva
Izquierda |
25.956 |
|
|
Alternativa
Federal |
23.686 |
|
|
Espacio Grande |
20.314 |
|
|
Total |
1.644.669 |
1.747.186 |
102.517 |
En
primer lugar, resulta bastante llamativo el incremento registrado por
el FPCyS entre las generales y las PASO, significativamente superior al
de sus otros dos contendores en las generales (casi el triple de los
otros dos partidos, sumados). Este resultado creo que se puede explicar
por haber 'heredado' el FPCS los votos del FIT, Nueva Izquierda y Espacio
Grande, tres grupos de izquierda tradicionalmente refractarios al
peronismo (así como hay otros que son aliados naturales del ala
izquierda de este movimiento), mientras que podemos asignar los 23.000
votos de Alternativa Federal a Juntos (peronismo y aliados). Suponiendo que fueron correctas
las suposiciones anteriores, los votos 'nuevos' (100.000,
aproximadamente) tuvieron como destino, en un 70%, al FPCS, 20 % a
Cambiemos y un 10% a Juntos.
Una
de las hipótesis que creo que se va a convocar para explicar el magro
resultado de la alianza Cambiemos en estas elecciones, es la
polarización entre Juntos y FPCS. Pero, a mi juicio, esta desastrosa
elección del partido de gobierno nacional y municipal no se puede
atribuir a la polarización, dado que desde un primer momento las
encuentas de todo origen dieron perfectamente el 'tono' del resultado
final (entre 16 y 20%). No es que los votos se fueron 'fugando' hacia
los posibles ganadores al conocerse que iba a ser una elección de sólo
dos posibles ganadores. Los votos originales de la fórmula cambiemita
prácticamente se mantuvieron (pudo haberse ´fugado´ un uno o uno y medio
por ciento, no más). No, como probablemente se verifique en las
próximas elecciones nacionales, han sido las políticas nacionales de
Macri - Cambiemos las que pueden explicar perfectamente esta debacle
radical-cambiemita.
Volviendo al tema principal y conociendo
la historia política santafesina, por otra parte, no debería llamar la
atención la monopolización de los votos 'nuevos' o 'heredados',
conjuntamente, por parte del FPCS (de ese conjunto, el 73% fue al FPCS,
16% a Juntos y 11% a Cambiemos): La clase media santafesina de cualquier
orientación ideológica suele ser refractaria al peronismo, mostrando un
gorilismo cultural que es casi una marca de nacimiento. Ante la
polarización, los votos no alineados suelen ir a parar al adversario del
peronismo, cualquiera sea éste. Recordemos que Cambiemos no era
considerado 'voto útil' por aquello ya expresado de resultados PASO +
encuestas, por lo que no era un atractor del voto
antiperonista en esta coyuntura en particular.
2007-2019 Estrategias de gestión: Gobiernos con eje en el marketing versus gobiernos con eje en las políticas públicas
¿Cómo se posicionó estratégicamente el FPCS como gestión de
gobierno? Desde un primer momento, 2007, las nuevas autoridades
provinciales mostraron una desconfianza supina en la planta de empleados
permanente de la provincia.
Una
anécdota personal puede explicar algo la situación: A los pocos días de
asumir la nueva gestión en diciembre de 2007, al salir por la tarde de
trabajar en casa de gobierno, Santa Fe, me encontré con unos amigos de
la infancia, militantes radicales hijos de un caudillo radical. Estaban
exultantes, pero me manifestaron claramente, algo así como '...no sé que van a poder hacer los nuevos funcionarios con esta manga de peronistas',
haciendo referencia a los empleados públicos. Ese análisis era totalmente
equivocado, porque en mis varias décadas como empleado público no pude
encontrar el menor fundamento para asumir que la componente ideológica o
partidariamente peronista de los agentes públicos sea mayor a un
veinte, a lo sumo un veinticinco por ciento.
Ese
sentimiento de distanciamiento del grupo de personas que asumía el gobierno respecto de
la planta de empleados se expresó como desconfianza con los dictámenes, puenteo de las
estructuras administrativas existentes, etc. Se desestimaron las instancias
de control, fundamentalmente, y también las de administración, creando
estructuras paralelas a cargo de personal recién llegado al que los
funcionarios de gobierno adjudicaron una fidelidad, dada su suposición
de inexistencia de la misma en el caso de los empleados 'viejos'. Uno de
los problemas asociados a esto, no el mayor, es el aumento desmesurado
del personal estatal. Otra característica asociada a la gestión material
es la triplicación (o superior) de la cantidad de cargos políticos,
creando áreas previamente inexistentes como las áreas
político-jurídicas, instancias de decisión en un apartado que hasta ese
momento se había considerado como predominantemente técnico, entre otras
Pero
la principal manifestación de la estrategia de gobierno, dentro de
muchas posibles, es la orientación principal al marketing, a la imagen.
Se crearon o sobre-dotaron las áreas de fotografía y filmación, prensa y
demás, haciendo correr en paralelo jugosas pautas a la prensa amiga. Y
eso por sobre la mesa, tengo la particular intuición de que por debajo
de la tabla fluyeron gruesos sobres con fondos vaya a saber de qué
origen.
Como
profesional especialista en políticas públicas, sumado al hecho de haber
sido, efectivamente, militante peronista opositor a las agrupaciones ligadas al partido de
gobierno en la
política universitaria (militancia que no hubiera debido tener nada que ver dada mi condición de profesional de la planta administrativa), mi asignación de tareas se vio bastante
perjudicada en un gobierno para el cual las políticas públicas pasaron a
ser secundarias o menos y el casi único interés de los funcionarios de gobierno es la imagen y lo que diga de ellos la prensa.
Este
aspecto es, a mi juicio, el principal defecto y explicación de la
derrota de estos días. Por supuesto que un gobierno no puede descuidar la imagen, o la
búsqueda de aliados o 'empleados' en la prensa, pero tampoco debe darle un lugar central, excluyente.
Las
políticas públicas son las acciones (incluyendo su motivación, su
particular diseño y, primariamente, su forma de ejecución) que lleva a cabo un
gobierno, aquellos dispositivos por los cuales el estado cobra sentido
en su relación con la sociedad. Las obras públicas (para el caso, los
hospitales construidos), son simplemente la estructura física, una
especie de entramado al estilo de los órganos óseos de un vertebrado.
Pero ese 'esqueleto' sólo cobra sentido en el sentido de permitir, de
hacer fluir, de dar lugar a esas acciones de gobierno por el cual el estado regula,
asigna, desarrolla, repara y administra (o no lo hace, creando un vacío
de significado) las relaciones de la comunidad: individuos, empresas,
ONG's y las agencias propias y les asigna, a esas acciones y a sí mismo,
un determinado sentido. En lo posible, un sentido coherente con la ideología del o
los grupos gobernantes.
Podemos
mencionar muy pocas políticas que se hayan plasmado positivamente en el
accionar del estado santafesino en estos años: El plan Abre, las
políticas culturales, poco más.
En
la salud pública, más allá de la construcción de varios elefantes
blancos, el déficit de gestión es enorme y se evidencia mediante un síntoma dramático: Algunos efectores de salud se han 'botonizado',
requiriendo un funcionamiento casi policial para evitar las agresiones
de la gente hacia el personal, agresiones cada vez más frecuentes que, a
mi juicio, no son sino el resultado del destrato, las demoras, la
violencia institucional con la que la desaprensión en las políticas de
salud agrede a la ciudadanía más vulnerable.
Me refiero, por ejemplo, al Hospital Cullen, efector de salud en el que trabajé
los primeros 11 mis 36 años de actividad pública. Ese nosocomio hoy
ha sido convertido en un régimen prácticamente penitenciario con entrada
regulada por uniformados al menos en el horario en el que lo visité allá
por 2016, por la tarde. La situación de ese querido hospital, donde inicié mi actividad laboral formal, me hizo acordar más a cuando visitaba a mi hermana presa política en Villa Devoto, que a mi experiencia laboral hospitalaria de hacía un par de décadas.
Además de ello, y hablo por tener familiares y
conocidos que se atienden en la salud pública, las demoras, las
postergaciones y las atenciones por debajo del límite mínimo de dignidad
están al corriente en los efectores públicos luego de 12 años de
gobierno del FPCS.
En lo que hace a la policía la postura de la gestión saliente fue la permisividad con el autogobierno policial, lo que explica el descontrol y el grado de inepcia y corrupción de esa fuerza.
El resultado del período
El
ciclo de gobierno se inició con un superavit de 500 millones de
dólares, superavit que pasó a ser déficit en sólo cuatro meses de
gestión, según fuentes propias del ministerio de economía.
Por otra
parte, el partido de gobierno anterior dejó el poder con un presupuesto
de 900 millones anuales para obras sumados a que, a principios de 2008,
el gobierno nacional instituyó el fondo de la soja, originado en las
retenciones a las exportaciones de la oleaginosa que significó para la
provincia otros 1.600 millones anuales, con cargo a obras públicas
exclusivamente. Lo primero que hizo la gestión de gobierno fue licuar el
presupuesto de obras públicas previo y construir exclusivamente en base al nuevo
fondo. El fondo de la soja fue dejado sin efecto por Macri en 2018.
Al
parecer, ese presupuesto de obras
que 'desapareció' fue destinado a financiar al amiguismo periodístico y
a la superpoblación de estructuras y agentes públicos que los funcionarios rosarinos imaginaron y
efectivizaron para subsanar aquella supuesta resistencia de la 'manga de
peronistas' que creyeron encontrar enquistada en las estructuras del
estado.
A
pesar de las épocas de bonanza económica vividas en el país, particularmente entre 2008 y fines
de 2013 (fecha del primer golpe de mercado efectivo contra el gobierno
nacional de entonces) ese buen momento financiero no se tradujo en el desarrollo de políticas y proyectos de gobierno. Por esto, viendo la carencia de un componente importante y
asertivo de políticas públicas, a pesar de la disponibilidad de financiamiento, se puede calificar a estos doce años de
gestión del FPCS como la década perdida en la administración santafesina.
Burocracia partidaria
En un artículo reciente de Paul Krugman se caracterizaba a la gestión republicana Trump como la típica burocracia partidaria,
por la desconfianza y destrato de los funcionarios del partido y del gobierno respecto de los profesionales no partidarios, altamente formados y de
prestigio independiente.
La misma actitud se pudo verificar, oh sorpresa, en los funcionarios de la gestión del FPCS respecto de los más
experimentados especialistas y posgraduados que encontraron en el estado provincial
santafesino.
En lo particular pude apreciar que, luego de cada intento de colaboración, al surgir de mi parte el más mínimo cuestionamiento respecto de las instrucciones o deseos de las autoridades, ya los funcionarios dejaban de consultarme y era apartado de los temas que llevaba. Un caso bastante risible me ocurrió al desempeñarme como responsable de control de gestión en la unidad provincial del plan nacional Nacer, en donde en una reunión en la que yo informaba el grado de avance de los resultados de la unidad en cuanto a las metas fijadas, uno de los funcionarios políticos me censuró agriamente diciéndome que yo 'tenía que darles los números y no andarles diciendo lo que se hacía mal´. Esa última era precisamente la función de control de gestión. En definitiva, ante la incomprensión y /o censura de lo que era por naturaleza mi rol, con otros ejemplos que no quiero contar para no aburrir, opté por irme de la función.
Lo mismo me relataron otros muchos profesionales de alta formación. Un colega y amigo me confió que a los pocos meses de iniciado el ciclo de gobierno uno de los funcionarios le intentaba hacer decir por todos los medios que lo que había antes era un desastre y que ellos estaban 'salvando el día'. Al contestarle el profesional que lo de antes era malo pero que lo de ahora lo estaba empeorando fue dejado de lado por completo y no lo dejaron participar de ninguna actividad laboral a excepción de lo que ya era mayormente su rutina.
En algunos casos sé de funcionarios que llegaron al extremo de pedirle al personal de planta la confección de un 'paper' y luego presentarlo a su nombre y omitiendo a los verdaderos autores (D. de Farmacia y Bioquímica, ca. 2009). En mi caso, luego de desarrollar un organigrama organizacional en el Ministerio de la Producción con la colaboración, recién al final, de una asesora, el ministro presentó la estructura adjudicándole la autoría de la misma a esa persona, desconociendo a quien había realizado el 70-80% del trabajo.
Coda
Como
ejemplo de la actitud despreciativa hacia el personal estatal del
partido al cual le quedan pocos meses de gobierno provincial, debo contar
una anécdota que se remonta a mediados de diciembre de 2015. Caminaba
el que suscribe por las inmediaciones de la casa de gobierno a los pocos
días de asumir el tercer período (gobierno de Lifschitz) cuando me
encuentro con Mariano, un conocido de mis sobrinos. Ante la pregunta
de mi interlocutor sobre mi trabajo no puedo evitar decirle "... y... trabajando, poco, como
desde que entraron éstos". Al decir esas palabras algo me llama la atención: Pasa por al lado mío un veterano trajeado, destinándome una evidente sonrisa burlona, gozando manifiestamente de mi disgusto con la situación. Era el flamante
ex diputado y nuevo asesor de gabinete del gobierno de Lifschitz, un político añejo famoso
por su acre gorilismo y escasa capacidad de empatía: J. C. Zabalza.
Esteban Cámara
Santa Fe, junio de 2019