martes, 16 de julio de 2013

Una palidez más blanca

Este texto está inspirado en el cuento de Jon Bing: Una palidez más blanca, que yo leyera en el número 2 de la revista El Péndulo, de mediados de 1981. Ejemplar que seguro tengo en mi poder pero no he encontrado, así que la cita es de memoria. Una mala memoria, como la mía.

Ficciona Bing acerca de un nave humana que llega a un planeta que es un poco como la Antártida. Todo es hielo y rocas con colores que se reducen a blanco o gris o negro. 

Milagrosamente en ese yermo, hay vida inteligente: Son humanoides cuya cultura recuerda a los cavernícolas de la última glaciación. Los humanos intentan acercarse, pero los lugareños los ignoran olímpicamente. Los astronautas se preguntan cómo puede ser que no los vean, con sus trajes rojos y detalles llamativos. Hacen una y otra cosa, pero ninguna respuesta. Lo más aterrador ocurre cuando un astronauta toca a un nativo y éste prácticamente se muere del susto, enloquece. Los terráqueos se derrumban, temen haber muerto o enloquecido o convertido en alguna clase de espectros. 

Finalmente, uno de ellos descubre que la causa es que los nativos, al haber vivido toda su vida en ese planeta descolorido no poseen la capacidad de ver (ceguera) o de comprender (agnosia) el color.

Algo ven, alguna clase de sombras, tal vez. Pero al no poder distinguir nítidamente, prefieren ignorar la señal y hacer como que no ven.

Este cuento me interesa como ejemplo, poderosísimo, de lo que es el sesgo cognitivo. Hay gente que ha sido criada en un sistema de signos y símbolos determinado y cerrado. Es casi imposible que comprendan, que vean incluso, un concepto que proviene de un sistema ideológico o semiológico que no hayan contemplado.

Pasa muy especialmente con las personas criadas en el seno familias de la burguesía, aquellas menos cultivadas y con menos 'mastique' de libros. Los conceptos discriminativos, el ombliguismo de clase, la desconfianza hacia los extraños a su clase, son casi imposibles de romper.

Otro tanto ocurre con las familias cerradamente religiosas. Sus vástagos suelen pensar que no hay opción de entender el mundo fuera de lo sobrenatural. Cualquier suceso de explicación un poco difícil o no mecánica, listo, hacemos intervenir la magia. Y ya está.

Lo peor ocurre cuando este sesgo cognitivo se pone al servicio de la hegemonía burguesa. Ahí intervienen todos: Los medios de comunicación masivos, la escuela, la familia, los vecinos, la policía, las tradiciones orales. Todos confluyen a crear una imagen del mundo parecida pero no verdaderamente real. Una expecie de "Matrix" laxa, sin efectos especiales, ni coreografía, ni cámaras de alta velocidad.



Esteban Cámara

Incialmente publicado como "En una tierra de colores claros", por una confusión de mi memoria, esta nota ha sido cambiada. Cuandofinalmente pude acceder al número de la revista El Péndulo, vi horrorizado que "En una tierra de colores claros" no tenía nada que ver con lo que yo recordaba y que, en cambio, más adelante el cuento Una palidez más blanca, de Jon Bing, era el disparador de esta reflexión. Un gran fallo de mi memoria... y disculpas.

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