En estos días en que arrecian las intentonas golpistas en Venezuela, con el soporte de la tergiversación y la mentira de los medios corporativos, creo que tenemos que darnos cuenta de que, sorprendentemente, algo del discurso del enemigo (el poder corporativo, para definirlo en términos chomskyanos) nos ha penetrado.
Es algo verdaderamente notable.
Vamos a demostrarlo:
En el combate mediático y de redes sociales contra el gobierno bolivariano de Venezuela (que ganó claramente unas inmaculadas elecciones nacionales hace menos de un año y que luego se revalidó en la instancia local con mejores resultados todavía), se usan imágenes de la represión en Chile, España y Egipto, entre otras, tergiversando y mintiendo respecto de que tales sucesos acaecieron en Venezuela y catalogando, por ellas, de dictadura al país caribeño.
Ministra del Interior de Venezuela mostrando una foto tergiversada de la represión en Egipto, manipulada por los medios y presentada como si fuera Venezuela. |
Foto de la represión en Chile, falsificada por la derecha como si fuera Venezuela para poder acusarla de dictadura. Ahora, entonces, ¿no es el Chile de Piñera una dictadura? |
Resultado de la tortura a un joven vasco en España, usada también para acusar a Venezuela de dictadura. Claro, la derecha no va a decir que la España de Rajoy es una dictadura... |
Y hay otros muchos ejemplos.
La gente de izquierda de latinoamérica denunciamos y protestamos que esas imágenes no son de Venezuela. Pero, ¿se dan cuenta?: ¡Nadie se percata de que, entonces, se puede decir que Chile, España o Egipto son dictaduras! No lo dice, obviamente, la prensa que opera bajo los intereses del poder corporativo, del establishment, del gobierno financiero del mundo ... pero no lo decimos tampoco los progresistas. Hay algo del discurso de la derecha que nos ha permeado. Parece que, inconscientemente, les damos la razón y admitimos que es lícito que la derecha use la represión como herramienta política y/o de seguridad. Si la usamos desde la izquierda, tácitamente, parecemos admitir que eso sería dictatorial.
Yo no quiero decir aquí que haya que reprimir como lo hace la derecha, que usa la violencia ante cualquier disenso. Pero cuidado: hay agresiones que deben responderse con fuerza. No nos dejemos llevar como corderos al matadero.
Y en esta desviación de sentido participan activamente las patrullas de la izquierda dogmática ("trotskistas", dicen algunos, yo conozco gente que se denomina maoístas o marxista-leninista, pero en general se definen como gente que tiene mucho más libro indigerido que calle), cuestionando, denunciando, las violaciones (reales o falsas) de los gobiernos no alineados con EEUU. Siempre funcionales estos (¿pseudo?) "troskos", a los intereses de la derecha.
Además de los mencionados gobiernos derechistas de Chile, España y Egipto (la dictadura militar que gobierna ese país africano es aliada de los yanquis) existen muchos otros gobiernos que violan los derechos humanos, manifiestamente las monarquías de Arabia Saudita (principal sustento del terrorismo mundial) y Qatar, entre otras del golfo pérsico. En Qatar mueren cientos de inmigrantes anualmente sometidos a trabajo esclavo. Y eso por no hablar del país que se apropió de parte del oriente cubano, de Guantánamo, en cuya base naval los yanquis torturan y encarcelan al margen de cualquier legalidad. Parece que los gobiernos no democráticos que reprimen y violan los derechos humanos pero son amigos de EEUU, no son dictaduras.
Resulta que nos quisieron hacer creer que las ideologías habían muerto. No, no habían muerto: pareció en algún momento que sólo la derecha quedaba en pie. Y ahora es manifiesto que esa derecha, ese orden mundial, se está desmadejando.
Esteban Cámara
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