El 26 de julio de 1953 un grupo de cubanos liderados por Fidel Castro intentó terminar con la asqueante dictadura de Fulgencio Batista. Para ello quisieron tomar los cuarteles Guillermo Moncada, de Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, fracasando en ambos casos.
La rebelión fracasó. Abel Santamaría, líder del grupo que intentó asaltar el Hospital Militar anexo al Moncada había sido capturado y torturado salvajemente para finalmente ser asesinado. Lo mismo ocurrió con casi todos los jóvenes rebeldes y ésta se convertiría en una marca registrada de la dictadura hasta que fuera depuesta en 1958.
Al darse cuenta de que las acciones habían fracasado, Fidel dio la orden de retirada y con un puñado de hombres fue detenido poco después. Al frente de la patrulla de tropas oficiales se encontraba el Teniente Pedro Sarría Tartabull, hombre de origen humilde que había logrado ascender en base a su esfuerzo y a despecho de haber ingresado al ejército casi sin saber leer.
Los hombres de Sarría, fieles a la costumbre del régimen iban a matar a los detenidos, pero su oficial al mando los detuvo al grito de "No disparen, no disparen. Las ideas no se matan". A su propio riesgo y para evitar su asesinato, llevó personalmente a los detenidos al vivac militar. Por este "delito" fue separado del ejército.
Tras el triunfo de la revolución, Sarría lo fue a ver a Fidel y éste lo integró a la caravana de la libertad que llegó a La Habana y lo ascendió a capitán. Fue nombrado edecán militar y continuó siendo de la máxima confianza de Fidel.
Pedro, nieto de tres esclavos y de un español, había nacido con el siglo: el 01 de enero de 1900.
Al par de su vida militar, siguió estudiando, llegando a recibirse en la Universidad de La Habana de Licenciado en derecho diplomático y consular, Licenciado en derecho administrativo, Doctor en Ciencias Sociales y Derecho Público y Doctor en derecho (todos estos títulos los alcanzó hacia ... ¡1964!).
Falleció el 29 de septiembre de 1972.
Quiero homenajear en Pedro Sarría a los justos. A los que en el momento indicado dan el paso al frente y, más allá del grupo o facción que integren, defienden a rajatabla los más altos valores humanos, aún a despecho de su carrera. Vale en estos tiempos de individualismo extremo.
Esteban Cámara
Santa Fe, 7 de febrero de 2014
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