lunes, 11 de marzo de 2013

¿Puede cambiar la iglesia?

Me refiero a la iglesia católica, cuyo sumo sacerdote acaba de renunciar y que se encuentra en un proceso de deterioro y de falta de inserción social desde hace décadas, sacudida por escándalos de corrupción de diversa índole.

Desde los sectores del progresismo se le pide que cambie, que se aggiorne. Y ésto proviene no sólo del progresismo católico, el sacerdocio ligado a la teoría de la liberación, o sacerdotes del tercer mundo o de la opción por los pobres o los curas villeros o como se llame, sino tambien desde el progresismo que no se reconoce como practicante e incluso desde sectores agnósticos o ateos.

En qué consiste ese cambio: Se le pide que acepte el sacerdocio femenino, que termine con la obligación del celibato, que abandone la alineación con los poderosos de la tierra y vuelva a recrear la alianza con los pobres que se puede ver en los evangelios de Mateos y Lucas.

Bien, desde mi posición en el progresismo ateo vengo a darles una opinión que tal vez los sorprenda: La iglesia católica, si cambia, muere.

Es como en la biología, diría a simple vista. En evolución, la especie que cambia, frecuentemente se extingue.

Yendo más al análisis, veo que la iglesia está fragmentada, por un lado en un sector ultraortodoxo ligado a las clases adineradas (Sector conservador) y, por el otro, en el Sector progresista que definimos anteriormente. Desconozco la existencia de posiciones intermedias. Si existen, no se manifiestan hacia afuera y parecen obedecer al primero de aquellos grupos enunciados.

Entonces, como diría Maquiavelo, si la iglesia cambia, el primer sector se alejaría, deseoso de mantener sus tradiciones y sus alianzas. Dicho esto con la ingenuidad de suponer que el cambio pueda darse sin vencer totalmente al sector conservador. El rechazo a una iglesia igualitaria sería total por parte de este grupo y la escisión sería inevitable. Esta secesión sería nefasta para la iglesia puesto que le quitaría una base material y de influencias mediáticas, políticas y judiciales que la fragilizarían.

Bien, podría decirme algún partidario del cambio: Pero la iglesia recuperaría, con la conducción progresista, el apoyo de las masas proletarias. Hmmmm, estoy convencido de que esto no se va a dar y no sólo por el postulado de Maquiavelo (ver cita al final), sino porque no veo al pueblo que, aún reconociendo su adscripción formal al cristianismo, retornen a la iglesia que abandonaron hace tanto tiempo por no darles respuestas a sus vidas. No veo qué interés podrían tener en asistir de nuevo a esas viejas liturgias. En este momento del saber social y de la cultura popular, esos grandes movimientos de gente, esas convocatorias de adoración sincrónica no le representarían nada a la gente. Sí veo que los tiempos son más proclives a la supertición personal, las astrologías, las magias y pseudociencias, casi como una disciplina personal de cábala y domesticación del azar.

El sector de la iglesia católica 'progresista', por simpático que nos caiga, siempre se ha mantenido bajo la sotana del sector ortodoxo, como buscando cierta protección. Este comportamiento siempre me intrigó, siempre me pregunté: ¿Cómo no se evaden de ese patronato conservador? ¿Cómo no se independizan y retoman la fuente de los evangelios? ¿Por qué siempre se exponen a peleas y sanciones, a razzias internas que hasta las vidas les cuestan? Bueno, lo lamento: Sin dudas, si esto es así y se ha venido dando desde hace siglos, es porque los necesitan. Ya lo he expresado anteriormente, esa oposición es en realidad una simbiosis: es una cupla progresismo-conservadurismo que se retroalimenta y que se es mutuamente necesaria. Aunque siempre a los dignatarios los pongan los primeros y a los mártires los segundos, esto va a seguir funcionando así. No hay capacidad de organización (siempre actúan intersticialmente), ni voluntad por parte del sector progresista de conducir a la iglesia.

Entonces, a la alienación del sector conservador y a la pérdida de apoyo político y económico que esto conlleva, el progresismo no le puede oponer ninguna ventaja, ninguna reparación, ni  ningún contrapeso.

La suerte de la iglesia está echada: O sigue muriendo lentamente (conservadurismo), como hasta ahora, o muere drásticamente generando cambios que le hagan perder identidad.  





Cita que viene del 7mo párrafo. 

Maquiavelo dice en el capítulo VI de El Príncipe - DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL, página 16: "... no hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de manejar, que el introducir nuevas leyes. Se explica: el innovador se transforma en enemigo de todos los que se beneficiaban con las leyes antiguas, y no se granjea sino la amistad tibia de los que se beneficiarán con las nuevas. O Tibieza en éstos, cuyo origen es, por un lado, el temor a los que tienen de su parte a la legislación antigua, y por otro, la incredulidad de los hombres, que nunca flan en las cosas nuevas hasta que ven sus frutos. De donde resulta que, cada vez que los que son enemigos tienen oportunidad para atacar, lo hacen enérgicamente, y aquellos otros asumen la defensa con tibieza, de modo que se expone uno a caer con ellos. Por consiguiente, si se quiere analizar en esta parte, es preciso ver si esos innovadores lo son por sí mismos, o si dependen de otros; es decir, si necesitan recurrir a la súplica para realizar su obra, o si pueden imponerla por la fuerza. En el primer caso, fracasan siempre, y nada queda de sus intenciones, pero cuando sólo dependen de sí mismos y pueden actuar con la ayuda de la fuerza, entonces rara vez dejan de conseguir sus propósitos."



Esteban Cámara

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