Anna Karina tiene el cabello negro, el cutis muy blanco, facciones perfectas, ojos de cielo.
La película es añeja, en blanco y negro. Es de cuando 'las mujeres tenían cara, tenían ojos' (J. P. Feinmann) y uno podía nadar en esos mares y ensoñarse, casi ahogándose de amor. Hoy la cosificación del sistema de medios convirtió a la mujer en un par de órganos redondeados (me refiero a las tetas y al culo, específicamente).
Se trata del filósofo Brice Parain, quien finalmente entra en cuadro, y trae a colación la siguiente historia: “Porthos, el alto, el fuerte..., un
poco bruto, no pensó en toda su vida (...) Entonces, una vez, fue necesario
que pusiese una bomba en un subterráneo, para hacerla estallar. Lo hace, coloca
la bomba, prende la mecha, luego sale corriendo..., naturalmente. Y corriendo,
de golpe, se pone a pensar... ¿En qué piensa? Se pregunta cómo es posible que
pueda poner un pie delante del otro. Eso también le ha ocurrido a usted, sin
duda, ¿no? Entonces, deja de... correr, de andar; no puede, no puede avanzar
más... Todo explota, el subterráneo le cae encima. Lo sostiene con los hombros,
es bastante fuerte... Pero finalmente, al cabo de un día, dos días, no sé, es
aplastado, muere. En resumen, la primera vez que pensó, murió”.
Este relato está tomado del libro de Dumas '20 años después' (en realidad, como indica Carlos Argentino Daneri, en su comentario, la escena corresponde a El Vizconde de Bragelonne, hay un error en lo dicho por Parain), el último y final (ahora sí) tomo de los tres mosqueteros. Es el
relato metafórico de la transformación del héroe mítico en hombre reflexivo
y falible –ligado al paso del mito al logos. Es la explicación de Gonzalo de Lucas.
En la película los personajes siguen filosofando sobre el pensamiento y la palabra (tengo también un conflicto respecto de la inevitabilidad de 'pensar en palabras, solamente') (1). Naná se había convertido en prostituta y moriría poco después asesinada en una pelea entre sus explotadores.
Quedé muy inquieto allá por 1979 cuando ví esta escena. Algo oculto o dormido se removió en mí. Porthos era un hombre de acción y muere por intentar pensar un movimiento reflejo en una situación de peligro. Siempre he sido un impulsor del 'pensar-para-actuar' y veía allí una aparente paradoja, un abismo.
¿Acaso no podemos pensar antes de actuar? Tal vez el texto de Parain se refiera sólo a los actos automatizados y no me afecte en mi filosofía habitual. O, en algo me afecta: soy de hablar despacio, pensando las palabras y veo que en general la gente se cansa y deja de escucharme. Les debo parecer un tanto idiota. O tal vez los idiotas son los que hablan automáticamente. Quiero creer, me tranquilizo.
Soy un hablante rumiante, del tipo que, como lector, quería Nietzsche, el lector-vaca. Pero en el hablar, en la vida superficial y habitual, eso es un problema. Por eso prefiero escribir.
Sirva este texto también como extraño homenaje de mi parte en el día de la mujer. A las mujeres y a sus ojos.
Video: Escena del filósofo en Vivir su vida
Brice Parain: Francia 1897-1971, filósofo, lingüista, autor de numerosos libros.
Anna Karina: Hanne Karine Bayer, (Dinamarca, 1940), actriz y cantante.
Jean-Luc Godard: Francia, 1930, genial, padre de la Nouvelle vague, los PPP (primerísimo primer plano) con caras que chorrean sentimiento y pensamiento, voladoras 'cámara-en-mano' que parece que se van hasta que se quedan a hacer la historia. El hombre quería filmar el aire... ¿Lo logró?. Hmmmm, ¿a vos qué te parece?
Vivir su vida: es una película sublime (salvo para la estirpe de Porthos), mi Godard preferido. No se me enoje, Rohmer.
(1) ¿Acaso los arquitectos, ingenieros, artistas plásticos y fotógrafos no piensan en imágenes? Recuerdo de mi ya lejana formación universitaria, en materias como física, fisicoquímica y termodinámica, que a muchos problemas (óptica, estática, electromagnetismo, etc.) sólo los podía entender, y por ende resolver, en imágenes.
Esteban Cámara
Con todo respeto, me siento en la obligación de aclarar un error de Brice Parain, que no se si fue intencional, le doy el beneficio de la duda:
ResponderEliminarPorthos no muere en “20 años después” cuyo texto recorre vivito y coleando hasta el final; muere después, del modo que Parain describe, en “El Vizconde de Bragelonne”