Voy a tratar de interpretar en esta entrada las conductas agresivas de los caceroleros argentinos, evidenciadas en las marchas de este año.
Antecedentes
Una serie de marchas de este mismo tenor, aparentemente espontáneas aunque luego supimos que fueron convocadas y coordinadas desde una serie de fundaciones, empresas y páginas web ligadas al multimedios Clarín (el más influyente de la Argentina) y al partido Pro (derechista), se realizaron en junio y septiembre de este año. En todas se produjeron agresiones a periodistas, algunos de ellos favorables al gobierno, otros neutrales y otros incluso de medios proclives al colectivo protestatario. A su vez, las expresiones de este colectivo tambien contenían un alto grado de violencia simbólica, deseando la muerte o directamente amenazando con represalias, descalificando a los que piensen diferente y todo esto expresado en cánticos y pancartas, gritos aislados. En fin, las pulsiones de muerte estaban omnipresentes en el discurso y eran coincidentes con la agresividad del grupo.
En la marcha del 8 de noviembre, como resultante lógico de lo que se incubó en las anteriores, los episodios de violencia de los manifestantes se exacerbaron.
Momento 1
El notero de C5N (canal caracterizado por un pensamiento predominante de derecha) estaba siendo acosado por algunos jóvenes que le gritaban sus opiniones y él trató de cortar la violencia verbal diciéndoles que ya estaba que ya habían expresado lo que pensaban. Al parecer, molesto con ello, uno de los muchachos le propinó al periodista una furibunda trompada por la espalda.
Momento 2
El equipo de Duro de Domar, perteneciente a la oficialista productora PPT, se encontraba tratando de entrevistar a los manifestantes, haciéndolos expresarse, entre el tumulto, los insultos y las acusaciones. En una espiral de violencia, los manifestantes comenzaron a hostigarlos físicamente mediante empujones e intentos de expulsión. Finalizando la escena, seguidores de la defensora de genocidas Cecilia Pando, golpearon y arrojaron gas pimienta a camarógrafos, periodista y productores del programa.
Momento 3
Según denunciaron cronistas de América tv (medio mayormente opositor al gobierno) a la periodista Cecilia Ruffa le fue sustraído el material grabado durante la marcha.
Momento 4
El periodista de América tv, Ciccioli (caracterizado por su amarillismo y pensamiento de derecha) se encontraba entrevistando a una humilde señora que expresaba no coincidir con los manifestantes y, todo lo contrario, manifestaba su agradecimiento al gobierno porque, aún siendo de humilde condición (vendedora ambulante) el estado le había facilitado una casa para vivir. En ese momento aparecieron una cantidad de manifestantes y empezaron a agredir, insultar y amedrentar a la humilde e indefensa adherente al gobierno, a tal extremo que el derechista entrevistador trató de defenderla. Airados, los manifestantes adujeron que los agredidos en realidad eran ellos, ya que la señora los agredía al pensar diferente.
Momento 5
El cronista de Telefé (medio que podemos considerar neutral, perteneciente a la empresa Telefónica) recibió una patada en el micrófono el que a su vez lo golpeó en la boca, todo esto en medio de insultos de los manifestantes y de muestras de aprobación al agresor y/o de indiferencia respecto del agredido.
Momento 6
La señora, muy modosita y atildada expresaba que su motivación para la protesta era que sentía que el gobierno impulsaba en los pobres el odio a los ricos. "Yo no tengo la culpa de ser rica", decía, "por eso protesto". Este testimonio me hizo acordar a algo que destilara el portaaviones insumergible de la oligarquía santafesina, la insigne Ernestina Irigoyen Freyre y San Jerónimo y que transcribiera, muy a mi pesar y gratis, en la entrada de este mismo blog La culpa de todo la tiene ella.
Momento 7
Un camarógrafo de Canal 13, del multimedios Clarín y claramente impulsador de la protesta, fue agredido por los manifestantes, incluso.
Momento 8
Una muy profesional comunicadora del Programa 6,7,8 (Cinthia García) entrevistaba a los manifestantes tratando de poner en crisis el andamiaje de consignas para exponer sus fundamentos, en caso de haberlos. Esto exacerbó a los manifestantes que la acusaron hasta de haberse robado la fragata Libertad (retenida en Ghana ante el pedido de fondos buitres -Hedge funds- por jueces de dudosa juridicidad) y debió retirarse insultada y forzada a empellones por la turba.
Un apunte curioso
Es llamativo que ninguno de los medios que convocaron a la marcha, claramente opositores, permitió la expresión de los manifestantes. Se limitaron a realizar tomas amplias y lejanas sin que se llegaran a traslucir las expresiones de los participantes, ya sea orales o escritas en pancartas. Sólo los medios favorables al gobierno o neutrales les permitieron la expresión a los manifestantes y ellos, en lugar de agradecer esto, responden con agresiones.
A despecho de tanta agresión, los medios de comunicación y dirigentes políticos derechistas beneficiarios de esta oposición al gobierno expresan con un resalte casi histérico, intentando convencer, lo "totalmente pacífica" o casi, que resultó la marcha. "Hoy no murió casi nadie", decían hace mucho los Redondos.
Hipótesis
Ernesto Laclau teoriza que esta conducta deviene lógicamente de un grupo que ve fenecer su rol, otrora protagónico, en la sociedad. Lo llamó la expresión "de la Argentina que está muriendo". Esto explicaría lo que se ha llamado 'pulsiones de muerte'. Otros intelectuales teorizaron que se debe a la cultura del odio, propia de las minorías. Otros suponen que la causa es la pérdida de privilegios, real o simbólica que siente ese colectivo social.
Por mi parte y sin refutar tales hipótesis, que me parecen perfectamente válidas, yo quiero agregar en todo caso, que este ánimo es más bien una respuesta a agresiones simbólicas que esta gente percibe o cree percibir.
Mi análisis parte de considerar que el género humano parece tender a abandonar, al menos en los últimos milenios de su historia (desde la aparición de las civilizaciones urbanas), la agresión como mecanismo de respuesta a lo diferente. En su lugar, los individuos parecen responden con agresión cuando creen ser agredidos. Esa agresión puede ser real o imaginaria, física o simbólica. Ésta es para mí una parte significativa de la respuesta: Este colectivo CREE estar siendo agredido (es esclarecedor en este sentido que relean los momentos 4 y 6).
Ahora bien, ¿están siendo agredidos realmente? Las políticas de significado económico llevadas a cabo por este gobierno han posibilitado una ganancia pocas veces vista, siendo uno de los principales beneficiarios el grupo social que se manifiesta tan violentamente. Desde lo discursivo tampoco se evidencia ninguna agresión, sino más bien un deslinde, un recordatorio de los derechos y obligaciones de los distintos grupos. Este deslinde puede ser molesto para los colectivos acostumbrados a que se les reserven, fundamentalmente, los beneficios de la interacción social. Ni hablar de que se les permite expresarse con ABSOLUTA libertad y de que han sido ellos los que reparten las trompadas, jamás los que las reciben.
Entonces, deslindada la agresión real ¿a qué puede deberse este sentimiento de ultraje o agresión simbólica? Este sentimiento, a mi juicio sólo puede explicarse sobre la base del momento 4. Allí se evidencia que los sectores medios medios-altos de la sociedad argentina se sienten agredidos por la aparición de sectores sociales a los que ellos siempre consideraron subalternos o con menores derechos. Los sectores populares, en la visión de las clases dominantes, tienen menos derecho a la expresión y su visión del mundo "no existe" o bien no merece ser relatada. Esta clase social ha vivido mayormente en ese relato (que podríamos llamar de la preeminencia, de la portación de la historia y de los valores inmanentes de la sociedad y de la superior importancia del colectivo propio frente a los otros), favorecido por innumerables gobiernos y, en las escasas secuencias históricas en las que ese relato fue puesto en juego, sienten como el esquizofrénico cuando el sentido real intenta irrumpir en su escenario mental: Se sienten agredidos, ultrajados y reaccionan con violencia.
El odio y la violencia verbal y física de esta gente proviene en gran medida del desacomodamiento, del extrañamiento que les produce el choque entre su construcción de la realidad y los emergentes de otras realidades que parecen imponerse y estar dotados de mayor vigor y sentido en un período histórico concreto. No pueden reaccionar de forma muy diferente: Su "mundo" se ha puesto en juego, al menos desde lo simbólico. Y eso tal vez no quede solamente en símbolos.
Esteban Cámara
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