Desde principios de 2015, la ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación) tiene en su poder los archivos denominados Panamà Papers, una serie de documentos muy voluminosa (1500 veces mayor en gigabytes que los de wikileaks) que detallan la operatoria, responsables en intermediarios de las empresas radicadas con fines non sanctos en el paraíso fiscal panameño, en este caso obtenidos de una de las mayores entidades mundiales de creación y sustento de estas bazofias, el estudio Mossack Fonseca.
Aclaremos algo de entrada: ninguna de las diversas motivaciones para establecer una empresa de ese tipo es altruista ni mucho menos. Sus motivaciones pueden ser ocultar la riqueza frente a determinadas responsabilidades legales (desde indemnizaciones y penalizaciones por negligencia empresaria y profesional, por ejemplo, hasta divorcios y cuotas alimentarias de hijos), o lavar dinero proveniente de fuentes ilegales y, la principal, evasión de impuestos, entre otras.
En lo que hace a Argentina, la ICIJ eligió para su análisis a periodistas de La Naciòn y Canal 13 de Buenos Aires (del cual es propietario el nefasto grupo Clarín), claramente relacionados con el establishment, principales defensores del gobierno neoliberal electo en el paìs a fines de 2015 y, para mayor vergûenza, esos mismos medios (o sus dueños) resultaron estar directamente metidos en la propia mierda que sus periodistas (graciosamente autodenominados "independientes") debían analizar y comunicar.
Estos "periodistas" (en realidad, operadores político-empresarios) fueron Mariel Fitz Patrick (por Canal 13), Iván Ruiz, Maia Jastreblansky, Ricardo Brom y Romina Colman, entre otros (por La Nación).
Pero màs allá del carácter sucio de esos medios, mi intención aquí es denunciar que los periodistas opacamente elegidos por la ICIJ (despreciando a otros mucho más representativos y objetivos, como Horacio Verbitsky, por ejemplo) hicieron un uso nauseabundo de la información: como ellos mismos reconocieron avisaron con semanas de anticipación al gobierno neoliberal de Cambiemos y a su presidente antes de la difusión de la informaciòn.
Sólo en las dos últimas semanas de tregua gentilmente acordada por estos "periodistas independientes", el gobierno logró dos operaciones legislativas de trascendencia: una de ellas la aprobación del acuerdo con los fondos buitre,que hipoteca el futuro del país al mismo tiempo que lo pone en riesgo de perjuicios mucho mayores y la otra fue el acuerdo del Senado para los pliegos de dos nuevos integrantes de la Corte Suprema. Uno de ellos es ex abogado personal de Mauricio Macri y el otro un obsecuente del Macrismo. Ni hablar de las consecuencias que hubiera tenido la información si hubiera sido dada a conocer en la fecha original de noviembre 2015, poco antes del ballotage que consagró a Mauricio Macri.
Esto último no es responsabilidad de los operadores argentinos, fue decisión de efecto mundial de la ICIJ. Ahora: ¿Por qué los medios extranjeros informaron antes que los argentinos de la presencia de Macri en los Panamá Papers? Otra: son notorias las críticas de los medios europeos a los medios argentinos por la protección a Mauricio Macri y la mirada excesivamente indulgente respecto de la responsabilidad propia (dueños y periodistas de La Nación y Clarín) en las operaciones que si no son ilegales, al menos son moralmente vomitivas.
Finalmente, la operadora Mariel Fitz Patrick fue premiada por su caballerosidad con el gobierno oligárquico con un contrato como presentadora del noticiero central del canal estatal. Y eso fue precisamente en marzo de 2016, mientras ella, caballerosamente, caballereaba a los funcionarios ocultando sus trapisondas caballares...
Estas coincidencias no son casualidades sino causalidades. Algo huele a podrido en la ICIJ.
Esteban Cámara
Santa Fe, mayo de 2016
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