miércoles, 6 de agosto de 2014

Abuelas

“Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizá sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado, una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos." Ernesto Guevara. 

Automáticamente recordé esa frase esta mañana, en medio de la alegría por la aparición de Guido Carlotto. Estela, las Abuelas y las Madres de Plaza de Mayo lo saben. Saben del amor. Son AMOR. Son las madres de la democracia. Son las madres de la concepción argentina de los derechos humanos, concepción hoy legendaria en el mundo. 

 A su vez, la conecto con esta otra frase de Gramsci. "El error del intelectual consiste en creer que se pueda saber sin comprender y, especialmente, sin sentir ni ser apasionado (no sólo del saber en sí, sino del objeto del saber), es decir, que el intelectual pueda ser tal (y no un puro pedante) si se halla separado del pueblo-nación, es decir, sin sentir las pasiones elementales del pueblo, comprendiéndolas y, por lo tanto, explicándolas y justificándolas por la situación histórica determinada; vinculándolas dialécticamente a las leyes de la historia, a una superior concepción del mundo...."

Una viejita de Caleta Olivia decía "Tengo un nieto, tengo un nieto". 

La relación de Laura Carlotto y el Puño Montoya (militante de Caleta Olivia) se inició en la clandestinidad por lo que las familias no supieron de ella, ni del embarazo de la joven. Cuando Claudia fue detenida en noviembre de 1977 junto con su compañero, fueron recluidos y torturados en el campo ilegal "La Cacha". De Oscar, el Puño, no se supo más nada. Laura fue retenida hasta el parto, a mediados de 1978 y a su hijito se lo dejaron sólo cinco horas. Luego la asesinaron y falsificaron un "enfrentamiento", exhibiendo el cadáver acribillado de la joven militante.

"Tengo un nieto, tengo un nieto", decía la mamá, hoy de 91 años, del Puño Montoya. El abuelo, fallecido, no llegó a saberlo.

http://www.infonews.com/2014/08/05/politica-156503-la-recuperacion-del-nieto-tambien-confirmo-la-identidad-de-su-papa-el-nieto-de-estela-derechos-humanos.php


Humildemente, hace unos días pensaba estas torpes palabras, parcialmente (gozosamente) incumplidas.

Se nos van

Memoria
Se nos va de a poquito la historia,
las fotos sepia,
esos rostros que ellas portan en los pañuelos 
como reflejos,
refilones sobre metal pulido.

Se nos termina la dulzura,
la paciencia, la construcción de la democracia
como un puñadito de arena 
se escurre entre los dedos.

Justicia
Fallamos: no volvieron los cumpas.
No volvieron sus hijitos.
No pudimos traerlos,
tampoco la mayoría de los nietos
¿Existe paz sin justicia?
¿Habrá paz, sin ellos?

Costó pero metimos a varias hienas
tras las rejas.
No sé si se sabemos/saben todos lo que costó.
Y sigue costando.
¿Alcanza?
Ellas tal vez nos digan que sí,
como sólo una ternura
de madre
dice.

Se nos mueren las madres.

Verdad
Son mis madres, mis abuelas,
las madres de la democracia.

Estamos quedando huérfanos de paciencia, señores
empresarios, curas, jueces,
periodistas y otros cómplices.

Como a los nazis: 
Adonde vayan los iremos a buscar.


Esteban Cámara
Santa Fe, agosto de 2014

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