martes, 17 de junio de 2014

El boludo del dique

La ciudad, rodeada por ríos y lagos, tenía un problema de cotas: Tendía a inundarse ante crecientes o lluvias copiosas.

Sus habitantes debatían el tema casi continuamente y se quejaban. Que la culpa era de la geografía, decía uno. Que la culpa era del gobierno, decía los más. Que habría que mudar la ciudad, decían los menos. Cada uno prácticamente tenía el culpable y la solución.

Dije "casi continuamente", porque en los meses de creciente, al final del verano, los mensajes por twitter y otras redes sociales y los llamados a las radios y televisoras, y las cartas a los diarios se multiplicaban. Por el contrario, el resto del año, del problema de la inundación no se hablaba mucho.

Un día un tipo, cansado de tanta palabrería, agarró una pala y empezó a construir un dique. Consiguió luego, nadie sabe cómo, bolsas y arena y, poco a poco, con ayuda de su señora, sus hijos y algunos pocos amigos, fue construyendo un dique. Alguien le prestó una máquina vial y la defensa tan paciente y artesanalmente construida se fue perfeccionando. ¡Y lo hizo en los meses secos!

Vaya a saber por qué razón, si el tipo no era simpático a los dueños de radios y diarios, o si les estaba afectando algún interés, las noticias sobre él no eran muy buenas, a pesar de lo que estaba haciendo. La gente lo empezó a llamar "el boludo del dique" y nadie se sumaba a sus esfuerzos. El tipo seguía, sin importarle demasiado, al menos aparentemente, este discurso de los medios. La prensa y, obviamente la mayoría de la gente "bien", se mofaba de él o lo criticaban duramente ("vaya a saber qué intereses tiene"), decían. 

Al llegar el final del primer verano, el dique resistió. Pero la prensa dijo que era porque las lluvias no habían sido demasiado fuertes. Y en ese caso, 'seguramente', la lluvia no había sido suficiente para las cosechas de los campos cercanos. Y eso tal vez fuera culpa, 'tal vez', del boludo del dique. Nadie veía un vínculo mínimo entre el dique y la "escasez de lluvias" que decían los medios, pero la mayor parte de los comerciantes y profesionales de la ciudad lo repetían con mucho convencimiento y se asentían con la cabeza unos a otros con tanta vehemencia que prácticamente nadie lo ponía en duda.

No faltaron unos pibitos que se decían 'rebeldes iconoclastas' que empezaron a hacer diabluras, extrayendo parte de la tierra y de las bolsas del dique, o atravesándolo con palos y caños y entreabriendo el material. Otros, los productores rurales aquellos a quienes habían convencido de que el dique era la causa de sus 'mermadas' cosechas (merma nunca verificada, por cierto), empezaron a atentar contra el dique más abiertamente, directamente con sus máquinas agrícolas o pasando con sus lanchas (tenían muchos medios económicos para hacerlo) por los cursos de agua, con violencia y cerca de las defensas, para agrietarlas.

Los iconoclastas decían que la única solución posible era trasladar la ciudad a una provincia cercana, más alta, o al desierto. O subir su nivel con pilotes unos diez metros. O convertirla en una segunda Venecia. O abolir las lluvias. Pero más allá del enunciado no iban: no decían cómo se podía esto hacer, ni planificaban, ni presupuestaban. Era más fácil criticar el dique.

El segundo año, el dique resistió a duras penas, hubo algunas filtraciones. Los medios dijeron que el boludo del dique era un amateur, que no sabía lo que hacía y que los diques no se hacían así. Casi textualmente se repitió eso en las peluquerías y verdulerías de la ciudad. Los taxistas eran, cuando no, casi monjes de la denostación del dique y siempre mencionaban una altísima fuente confidencial que les había dicho que lo del dique era una verdadera porquería y estaba tan mal hecho que daba risa.

El tercer año el dique volvió a resistir, a pesar del sabotaje casi incansable de los barones del agro y los rebeldes iconoclastas. Nadie reparo, ni tampoco en el año anterior, de que se demostraba que el dique no tenía nada que ver con ninguna merma de las lluvias. El "boludo del dique" (que mientras tanto seguía apuntalando la defensa como podía, con los escaso medios suyos y de su gente) era criticado hasta en los concursos de baile y los prostíbulos.

Había una coincidencia casi total en la ciudad de que el problema era el dique y no el nivel de los suelos, las lluvias, o la inacción de casi todos menos el 'boludo del dique' y su gente.

Pasaron los años y los sabotajes y el dique seguía resistiendo, aunque cada vez menos (decían) y el boludo del dique era cada vez más criticado. Era ya un chiste de oficina: cuando alguien la cagaba lo llamaban el 'boludo del dique de hoy'.

Un día, los señores campesinos se esmeraron y los jóvenes iconoclastas (o diqueclastas) hicieron su máximo esfuerzo (se dice que consiguieron herramientas de los primeros y de una ciudad vecina, celosa de las riquezas). Tuvieron la bendición de que ese verano las lluvias fueron mucho más intensas de lo habitual.

El dique colapsó y la ciudad se inundó casi enterita.

Hubo consenso en que la culpa era de "el boludo del dique".





Esteban Cámara
Santa Fe, 17/06/2014

domingo, 8 de junio de 2014

De mundiales y Braziles

Tal vez nunca antes un mundial fue tan mal recibido en un país como este de Brasil 2014, con infinidad de huelgas, protestas públicas, un aluvión de imágenes denigrantes y furibundas quejas por las redes sociales.

Insisto, es algo nunca visto. Por el nivel de las críticas, pareciera que el Brasil se hubiera convertido en el Brazil de la película orwelliana de la década de 1980 (Brazil, UK 1985, de Terry Gilliam)), paradigma de la represión y el control del pensamiento.

Ahora bien: ¿Cuál es el argumento contra un evento que puede potenciar el turismo, los ingresos y la imagen de un país hasta límites insospechados. ¿Realmente es imprescindible manifestar semejante nivel de hostilidad a un acontecimiento que se puede dar cada medio siglo y que puede significar el ingreso de miles de millones de dólares a un país?

Se argumenta que hay pobreza y grandes déficits en salud pública y transportes en el país organizador y que se gastaron ingentes recursos mediante maniobras sospechadas de corrupción. No voy a entrar en éste último tema porque no es mi materia, no soy investigador y opino que esos aspectos deben ser probados fehacientemente ante la justicia, no en pseudojuicios de facebook o de programas de televisión.

Respecto de que el gasto es suntuario siendo que Brasil ostenta grandes déficits en materia social siempre fui de la opinión de que las carencias de una determinada sociedad no son excusa para que se renuncie a toda inversión, sobre todo cuando esa inversión puede, como en este caso, significar enormes ingresos. Los integrantes de comunidades con problemas de vivienda digna pueden sentirse con razón molestos por la construcción, por ejemplo, de un gran hotel de lujo para turistas en las inmediaciones de sus moradas, pero no hay que olvidar que ese mismo hotel puede significar, mediante empleos y adquisición de productos o servicios durante su construccion u operación, la oportunidad de mejorar las vidas de muchos integrantes de la comunidad. Lo mismo puede decirse del deporte y todas las atracciones y espectáculos. Todo depende de cómo se socializan, o no, las utilidades.

Por otra parte me resulta curiosa la virulencia "de izquierda" (¿?) contra un gobierno que se apartó, desde la época de Lula del seguidismo proyanqui y que redistribuyó la riqueza como ninguno, a punto tal de lograr un récord impresionante en reducción de la pobreza y del hambre. El infantilismo de izquierda, el izquierdismo bobo y mal llamado trosko, deberé concluir junto con tantos pensadores, termina siendo de derecha, funcional a la oligarquía e inútil para todo servicio al pueblo. 

La represión violenta e ilegal de las protestas, igualmente, no es justificable y exhorto al gobierno de Dilma Rouseff a evitarla. Igualmente me decepciona que no se haya juzgado en su país a los represores de las dictaduras militares y que la problemática LGBT sea tratada con un enfoque retrógrado, victimizatorio y no inclusivo.

Al margen de lo último, no puedo dejar de ver en esta efervescencia antimundialista y/o antibrasileña la mano artera de los medios del poder corporativo y, como siempre detrás de ellos, a los intereses imperialistas enemigos desde siempre de latinoamérica, de la patria grande, de la UNASUR y de la CELAC.






Esteban Cámara

viernes, 6 de junio de 2014

Breve resumen bélico de la gran potencia

En el siglo XIX, EEUU le hizo la guerra exitosamente a los estados del norte de África (economías semipastoriles por aquella época) y a un semicolonial y usurpado México.

Sobre el final de ese siglo le arrebató a un ya totalmente desvencijado imperio español algunas islas del caribe y Filipinas. Imperio español que había perdido casi todas sus guerras contra sus ex-colonias, las noveles naciones de américa.

A comienzos del siglo XX, USA entró en la primera guerra mundial cuando ya Austria-Hungría y Prusia estaban muy debilitadas, casi vencidas, apenas a tiempo para el desfile triunfal.

En la segunda guerra mundial, los yanquis entraron justo cuando la ofensiva alemana estaba empantanada en el este (Rusia), habían empezado a retroceder frente a los ingleses en África y frenado el avance de su frente occidental al no poder hacer pie en gran bretaña.

A poco de terminar la gran contienda del siglo XX, la potencia norteamericana apenas llegó a un empate sangriento frente a la diminuta Corea del Norte.

A continuación, perdieron clara e ignominiosamente contra otro pequeño y escasamente tecnologizado país: Vietnam.

Tambien fracasaron en someter a la diminuta pero valiente revolución cubana a pesar de intentarlo arduamente mediante invasiones, usurpaciones de territorio, desestabilización y atentados.

El mayor imperio del siglo XX, finalmente se repuso de sus derrotas post guerra mundial aplastando a los 'poderosos' ejércitos de … Grenada (90.000 habitantes) y Panamá (2.000.000 de habitantes por aquella época). Valientes como pocos esos yanquis.

Luego lideraría este valiente pueblo los ataques de una coalición enorme de países contra Irak (30.000.000 de habitantes) por la invasión al país de la asqueante monarquía kuwaití. Asqueante pero aliada de los EEUU. Pocos años después, ya en el siglo XXI, los estadounidenses derrocarían al régimen iraquí para empantanarse en una sangría sin vencedores. Eso sí, se quedaron con el petróleo del país.

Una nación de similares características a la anterior es Afganistán, en donde también intervinieron las excelsas tropas de la principal potencia militar del mundo, arrojando otro atolladero desastroso y sangriento, pròdigo en dolor, muerte, huérfanos y mutilados. 

Ya bastante entrado el siglo, empezaron la campaña mediática y retórica de provocación de Corea del Norte (24.000.000 de habitantes, pequeño y paupérrimo país, según ellos) con la vieja táctica de provocar hasta lograr una reacción (retórica también en este caso) para luego victimizarse y reclamar una retaliación. Aquí empezó a cambiar el panorama porque China les dijo diplomática pero claramente que no se metan. No es lo mismo agredir a Corea que a la poderosa China.

Siempre inquietos y no contentos con financiar a todos los terroristas posibles en la agresión a Siria, empezaron a hostigar y amenazar con bombardeos a ese país. Aquí apareció Rusia (sí, la también 'paupérrima' según su retórica de bravucones) y claramente les puso un límite.

Está claro que son la principal potencia militar del mundo, pero sólo se meten de lleno en conflictos con contendientes que cuyo poderío bélico es ,al menos, decenas de veces inferior al suyo.

Ojalá no me equivoque, pero EEUU jamás se va a animar a una guerra directa contra países de la talla de Rusia y China, incluso mucho más pequeños. 






Esteban Cámara
Santa Fe, 2 de junio de 2014