Siempre me llamó la atención el posicionamiento político de M., una compañera de trabajo.
Resulta que la mina venía de una familia peronista y tenía algo, alguito, de conciencia social y, si no me equivoco, creo que se definía como "de izquierda". Había sido muy buena alumna (esto no es un elogio: entre otras cosas, en mi definición, implica ser bastante conformista) y tenía dos títulos universitarios y un posgrado, no obstante, para un conocedor, era obvio que "le faltaron libros", fuera de los de texto.
Lo notable del caso era el antiperonismo visceral que tenía. Siempre asociaba el peronismo con el patoterismo y la corrupción, siguiendo la agenda político cultural de la oligarquía. No obstante, no dejaba de reconocer y valorar los avances sociales. Ella siempre decía que lo había heredado de su padre, peronista del '45 y obrero privilegiado (por su trabajo en una empresa estatal de muy muy buenos sueldos), tanto al reconocimiento por lo social, como al rechazo por lo que ella daba como implícito del peronismo: el patoterismo.
En su vida, con el tiempo se fue haciendo cada vez más notorio el individualismo y la afiliación de clase burguesa, cosa que intentó tal vez compensar con alguna circunstancial filiación trotskista...
Cierta vez, para algún 23 de agosto, le saqué el tema de Felipe Vallese, peronista y uno de los primeros desaparecidos. Yo, no se si muy conscientemente, intentaba hacerla despertar un poco de aquella "vinculación" del marketing hegemónico entre peronismo y violencia. No tenía ni idea, jamás había oído hablar del tema.
Una digresión: cuando yo empezaba a militar en política, con tiernos 12 añitos recuerdo que visité un museo cercano a mi casa y ví los restos de los incendios de iglesias de 1955. Según ese museo, administrado por la iglesia, los mismos habían sido provocados porque las "hordas peronistas" no habían soportado que la iglesia no quisiera canonizar a Evita. Nada decían de que habían producido en las horas sucesivas de los bombardeos de plaza de mayo y la muerte de cientos de civiles por parte de aviones de la marina y la fuerza aérea en cuyos fuselajes, invariablemente, estaban pintadas cruces y/o la leyenda Cristo Vence.
Otro tanto podríamos decir sobre los fusilamientos de militantes peronistas en el año 1956, o de cómo la inmensa mayoría de las víctimas del genocidio de la dictadura 1976-83 pertenecían a ese colectivo ideológico. A despecho de las acusaciones de violencia que pesan sobre ese colectivo, si uno se fija bien, la enorme mayoría de las víctimas de la violencia política en nuestro país, fueron peronistas.
Creo que el ejemplo de mi compañera de trabajo es un buen ejemplo de cómo, por un poquito de individualismo y otro poco de desinformación, la hegemonía cultural le va corriendo los ejes a las personas, hasta convertirlas en sus lacayos. Sobre todo aquellos que tienen baja consciencia de clase y mucha formación (sí, mucha formación 'formal', pero poca calle), suelen convertirse fácilmente en rehenes de las agendas corporativas del establishment.
Esteban Cámara
Santa Fe, 31 de julio de 2017
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