Algunos compañeros se ilusionaban con que en diciembre de 2016 ya se hiciera insostenible el modelo macrista. Otros calculaban que para las primeras elecciones legislativas (2017) el revés en las urnas iba a ser tremendo, asemejando lo ocurrido con De la Rúa en el 2001. Hay que hacer la salvedad de que cuando asumió De la Rua el modelo neoliberal venía de más de 3 años de retroceso. En oposición a esto, Macri asume con un país desendeudado, con baja pobreza y desempleo y con grandes sectores de la población a cubierto en cuanto a equipamiento del hogar, vivenda y auto. Este capital acumulado en gran parte de las familias argentinas les permite que enfoquen sus ingresos en pagar los brutales aumentos de servicios (gas y electricidad, sobre todo, pero también en alimentación), sacrificando el turismo por ejemplo, pero a cubierto de muchas otras necesidades por la redistribución producida a lo largo de 12 años de gobierno populista.
Nada de aquello que en el campo popular esperábamos ha pasado en 2017, transcurridas las PASO (y dudo que este panorama cambie para octubre). Por el contrario, sin sobrarle nada, el gobierno neoliberal, de los ceos y de los ricos, hasta ha rasguñado un par de puntos por sobre su performance de la primera vuelta de 2015.
¿Cómo se explica esto? En todo proceso económico hay ganadores y perdedores, aún en las grandes catástrofes hay "ganadores". Claro, en nuestro país los ganadores en un proceso de ajuste como el actual deben ser menos de un 10%. Por ejemplo, yo tengo un salario bastante alto, estoy dentro del 15 % de mayores ingresos y sin embargo incluso a mi nivel ya se empieza a sentir el ajuste. Entonces, evidentemente dentro del 37% de los votos de Macri, hay un 27% de gente perjudicada pero que a pesar de eso lo elige.
Para explicar esto hay que poner en juego el fenómeno de la posverdad y la hegemonía cultural que produce la alianza empresarios-medios de comunicación-tribunales-gobierno, instalando en cierta gente (la que expropió su subjetividad a los poderes fácticos y sus usinas culturales) eslógans huecos como: "se robaron todo", "generaron una cultura de planeros y subsidiados que no quieren trabajar (expresado en el "garralapala kuka") ni pagar lo que corresponde", "la plata para el Garrahan y que el fútbol junte tapitas", y otros desatinos semejantes,
A la potencia de la hegemonía cultural de la alianza , evidentemente le alcanza para colonizar a algo más de un cuarto de la población (habría que agregar parcialmente a algunos que se dan cuenta del ajuste, pero no de que la única forma de frenarlo es aglutinar alrededor del opositor verdadero y más votado).
En lo personal, al proceso de Macri siempre le calculé al menos 5 años hasta que el ajuste (brutal, de no haber sido por lo señalado en el punto anterior) empiece a hacer mella en la gente.
En realidad ellos los del gobierno, (y cualquiera que sepa alguito de economía) saben que no va a venir ningún período virtuoso de 20 años de crecimiento. La economía argentina necesita dólares, siempre, por razones estructurales. Con gobiernos populistas y con gobiernos liberales (hay que elegir: es uno u otro). Con los gobiernos populistas el problema se palia con retenciones y tratando de sustituir la mayor cantidad de importaciones, al par de fortalecer el mercado interno, la producciòn y el empleo. Los liberales "solucionan" esta dólardependencia vía endeudamiento.
Por eso en el 2001 (luego del otro ciclo neoliberal) terminamos con una deuda que representaba el 160 % del PBI, que el kirchnerismo bajó a menos de un 40% (y con baja denominaciòn en divisas extranjeras y en manos privadas-extranjeros). Cambiemos casi duplicó ese porcentaje, aumentando peligrosamente al mismo tiempo la proporción de deuda en dólares y en manos privadas. El bono a 100 años (2017), directamente es una burla y fue calificada por lectores de prestigiosas publicaciones financieras como la política económica más loca del mundo.
Este nivel de endeudamiento se va a hacer insostenible para 2022, a más tardar. O sea que el modelo cambiemos va a terminar a menos de 8 años de iniciado y, lamentablemente, en medio de un gran descalabro social, tal vez peor que el de 2001.
Esteban Cámara
Santa Fe, 25/08/2017