Cuando la selección argentina volvió de Sudáfrica tras perder 4 a 0 con el mismo rival que también goleó a Brasil, la selección fue recibida con cariño y reconocimiento al aeropuerto y una multitud acompañó al bus hasta la AFA, entre aplausos y vítores.
Jamás vas a ver a un argentino quemando su bandera porque la selección perdió un partido.
Jamás el hincha argentino se va a ir en el primer tiempo, cualquiera sea el resultado.
Muchos, no todos, tal vez una minoría (pero importante minoría), no queríamos que Brasil perdiera con Alemania, y menos de la forma humillante en que ocurrió.
Tal vez si no hubieran alentado tanto por Bosnia, Irán, Nigeria, Suiza, Bélgica, Holanda y etcétera, hubieran apoyado más a sus jugadores.
Yo personalmente amo a Brasil y considero que su fútbol es el mejor del mundo, pero tienen ese horrible defecto, esa soberbia y desprecio por todos los demás. Deben aprender a perder, hermanos brasileños. En la vida se gana y se pierde. A veces por goleada.
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