miércoles, 25 de abril de 2018

Asperger... ¿Nazi?

El famoso doctor Hans Asperger habría colaborado con eutanasia infantil durante la época nazi, según un artículo
Hans Asperger, foto de archivo. Fuente: Hans Asperger, Nacional-Socialsmo, e “Higiene racial” en la era Nazi, Vienna/BioMed Central/ bajo CC BY 4.0


Hans Asperger, un pionero en la investigación del autismo cuyo nombre se usa para describir a los autistas de alto funcionamiento, tuvo un pasado oscuro previamente desconocido, que incluía enviar a niños con discapacidades al programa de "eutanasia" dirigido por el régimen nazi, según nuevas investigaciones en archivos que se perdieron durante mucho tiempo. Los nuevos hallazgos revelan que Asperger estaba lejos de ser un valiente defensor de sus pacientes contra la "eutanasia nazi”, como mucha gente creía. Más bien, se benefició de su cooperación con el régimen y "legitimó públicamente las políticas de higiene racial, incluidas las esterilizaciones forzadas", según un estudio publicado en línea ayer (19 de abril) en la revista Molecular Autism. 

Asperger también usó un lenguaje "notablemente duro" para describir a sus pacientes jóvenes, incluso en comparación con los profesionales de la misma institución que tenían pacientes con discapacidades más graves, escribió en el estudio el investigador Herwig Czech, historiador médico de la Universidad de Medicina de Viena [Más allá de las vacunas: 5 cosas que realmente podrían causar autismo]. Hans Asperger (1906-1980) escribió sobre autismo a fines de la década de 1930 y principios de 1940, pero fue el famoso artículo de 1954 de Leo Kanner el que sentó las bases para describir el trastorno, que ahora se define como una afección del neurodesarrollo que afecta la capacidad de una persona para comunicarse, interactuar y comportarse normalmente en situaciones sociales. A pesar de los primeros trabajos de Asperger sobre el autismo, la historia lo olvidó hasta 1981, cuando los científicos redescubrieron y publicitaron su trabajo. Su investigación se hizo tan conocida que el término "Síndrome de Asperger" se usó para referirse a personas en el extremo de alto funcionamiento del espectro del autismo, quienes a veces se llaman a sí mismos ‘Aspies’. Pero en los últimos años, los investigadores comenzaron a encontrar pistas alarmantes sobre el comportamiento de Asperger durante el período nazi en Austria, donde vivió. Estas pistas estimularon la investigación de Czech, así como a Edith Sheffer, miembro del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de California, Berkeley, cuyo libro "Los niños de Asperger: Los orígenes del autismo en la Viena nazi" (WW Norton & Co ., 2018) saldrá de imprenta el 1 de mayo. Las nuevas revelaciones se basan principalmente en evidencia que durante mucho tiempo se pensó que había sido destruida durante la Segunda Guerra Mundial: archivos personales de Asperger, evaluaciones políticas de las autoridades nazis y registros médicos de diferentes instituciones, incluida la notoria clínica vienesa de "eutanasia infantil” Am Spiegelgrund (donde más de 700 niños fueron asesinados por los Nazis, nota del traductor), dijo Czech . Si bien Asperger nunca se unió al partido nazi, fue miembro de varios grupos afiliados al régimen y fue recompensado por su lealtad con oportunidades de carrera, descubrió Czech. Además, los registros de casos de sus pacientes judíos revelan que "Asperger tenía un agudo sentido de su alteridad religiosa y 'racial' y que los estereotipos antisemitas a veces se filtraban en sus informes de diagnóstico", escribió Czech en el estudio. Sin embargo, las acciones más oscuras de Asperger giran en torno a su trabajo con Am Spiegelgrund, donde cientos de niños con discapacidades fueron usados para experimentación o asesinados, dijo Czech. Por ejemplo, en 1941, Asperger refirió los "casos desesperados" de Herta Schreiber, de 3 años, y Elisabeth Schreiber, de 5 años (sin aparente relación familiar), a Am Spiegelgrund, según los registros. Ambas niñas tenían discapacidades mentales y murieron de neumonía poco después de llegar a la clínica. En particular, a Herta Schreiber probablemente se le dieron barbitúricos que finalmente llevaron a su muerte, descubrió Czech. No está claro si Asperger, o las madres de los niños para el caso, sabían lo que les esperaba a los niños. "Todo lo que tenemos es la breve nota de Asperger sobre Herta, en la que él llama a su situación en Spiegelgrund ‘permanente'. Si esto fue un eufemismo consciente por asesinato o no, está claro que no esperaba que Herta volviera", escribió Czech en el estudio [11 Hechos que todo padre debe saber sobre el cerebro de su bebé]. Asperger también formó parte de un comité que revisó los casos de 200 niños en un hospital psiquiátrico y llamó a 35 de ellos "ineducables" y "no útiles para el trabajo", palabras que marcaron a los niños para "eutanasia", halló Czech. Es difícil saber qué pasó con estos niños porque el informe no enumera sus nombres, pero muchos de ellos probablemente murieron como resultado de estos diagnósticos perjudiciales, dijo Czech. 

De aquí en más 

A pesar de estos descubrimientos, Czech piensa que las personas no deberían considerar contaminadas a las contribuciones de Asperger al campo del autismo, ni deberían ser eliminadas del léxico médico. "Más bien, debe verse como una oportunidad para fomentar la conciencia" sobre las condiciones problemáticas en las que surgió la investigación sobre el autismo y las contribuciones de Asperger, dijo. Pero Sheffer, el autor del nuevo libro, discrepa fervientemente. A la luz de esta investigación, ya no deberíamos usar el término síndrome de Asperger, dijo Sheffer a Live Science en un correo electrónico. "En Medicina, los diagnósticos del mismo nombre se otorgan para reconocer a las personas que primero definieron una enfermedad y para honrar su vida. En mi opinión, Asperger no cumple ninguno de los criterios". Mientras tanto, el término Síndrome de Asperger se está eliminando progresivamente, no por el pasado de Asperger, sino porque los psiquiatras dicen que cae bajo el paraguas de los trastornos del espectro autista y que debería denominarse autismo. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), la guía de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para el diagnóstico, dejó de incluir el síndrome de Asperger en el DSM-5, que salió en 2013. Además, la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), que es utilizada por la Organización Mundial de la Salud, probablemente dejará caer el término Síndrome de Asperger en la CIE-11, que se publicará en 2019, según escribió en The Conversation Adam McCrimmon, profesor asociado de estudios educativos en la Universidad de Calgary. 








Traducción de Esteban Cámara


Una cosa que me preocupa desde que tomé conocimiento de este tema es el ninguneo que se le propina al tema en nuestra sociedad, sobre todo (y más preocupante) por parte de los terapeutas. Y esto no tiene nada que ver con esta última presunción respecto del pasado nazi de Asperger. Parece haber una gran confusión y dificultad de diagnóstico y de establecer un tratamiento diferencial entre los dos grandes grupos de personas con autismo. 


Yo tomé conocimiento del tema hace cerca de una década y con todo profesional con que lo hablé lo minimizó o ridiculizó. Particularmente me parece banal si se los sigue denominando Asperger o Autistas de alto rendimiento, lo que me preocupa es que los médicos y psicólogos parecen reluctantes a diagnosticar y tratar el síndrome. Y la sociedad, mientras tanto, sigue en su chupahuevismo genérico... siempre y cuando se trate de un problema ajeno.






Esteban Cámara

Santa Fe, 25 de abril de 2018

miércoles, 11 de abril de 2018

Ligas de superhèroes


En los últimos tiempos han aparecido muchas películas basadas en comics de superhéroes y cuando ocurren estos fenómenos de tema reiterativo siempre cabe la posibilidad de que haya detrás una interesante semiosis social o cultural. Podría citar Capitán América: Guerra Civil, la saga de los X-Men, La Liga de la Justicia, Los vengadores, etc.

Casi unánimemente se parte de uno o varios personajes con poderes extraordinarios. Me refiero a aquellas capacidades mágicas, que no existen en el mundo material. Es imprescindible aclarar que no se trata aquí, al menos en una abrumadora mayoría, de la exacerbación de habilidades humanas, como podrían ser la coordinación y velocidad mental y física de algún futbolista, o la extraordinaria memoria y capacidad de anticipación de escenarios que puede poseer algún legendario campeón de ajedrez, ni tampoco de la capacidad de levantamiento de peso de algún dedicado halterófilo. Estamos hablando de cosas que, de existir, excederían por mucho lo que pueden lograr los sujetos reales. De tal manera, esos personajes tienen una fuerza que cuadruplica la potencialidad  de personas reales de su misma contextura, o que pueden volar o anticipar el futuro o tienen una piel imposible de penetrar. O varias de ellas al mismo tiempo.

Estos superhumanos o superextraterrestres buenos, de los que casi invariablemente parte el relato, se suelen unir para enfrentar a otros con poderes similares, pero cuyo interés es asesinar, robar o dominar a la gente común.

Las personas comunes y corrientes, o sea reales, tienen casi siempre un desarrollo narrativo poco diferenciado y, aún intentando ayudar a los superhéroes, lo más frecuente es que terminen convirtiéndose en un obstáculo o impedimento para su efectiva defensa por parte de éstos. Suelen ser inefectivas, torpes, egoístas y miedosas y los pocos casos en los que esta regla no se cumple, tienden a ser fácilmente eliminadas de la ecuación por los supervillanos. Peor aún, en muchas ocasiones, esas personas valientes y/o valiosas son tomadas como rehenes y utilizadas en contra del ‘grupo de los buenos’. Las personas comunes tampoco atinan, en estos relatos, a organizarse y unir fuerzas en el objetivo su propia defensa. No es raro, incluso, que en momentos especialmente difíciles se vuelvan contra aquellos que tratan de defenderlos y terminen favoreciendo a los malos.

Este tipo de relatos, me parece a mí que representa un trasfondo histórico político aristocratizante y favorable a alguna clase de gobierno elitista. La élite, en definitiva, sería la única capaz de defender a las personas comunes de la maldad, la anarquía … y de sí mismas.

Trataba hace algunos momentos de recordar alguna obra de la cultura pop en donde exista un héroe colectivo, un grupo de gente común que, en base a valentía, voluntad y organización pudiera enfrentarse a los villanos y triunfar frente a los malos y poderosos. No obstante, fuera de obras algo añejas, como el western ‘A la hora señalada’, o el cómic ‘El eternauta’, no recuerdo muchos ejemplos y, sobre todo, ninguno cercano en el tiempo en donde un héroe terrenal convoca a una acción colectiva o, mejor aún, un colectivo de sujetos comunes, amenazado por fuerzas o fenómenos malignos, que poco a poco vaya tomando consciencia de que su destino está en sus manos y actúe sinérgicamente para salvarse del peligro o, tanto mejor, obtenga un triunfo que lo promocione en lo económico, o cultural o en su nivel de bienestar.

Un par de ejemplos interesantes que podrían configurar el raro caso de ‘excepción que confirma la regla’ son Iron Man o Batman, que siendo individuos biológicamente comunes consiguen, en base a su excepcional riqueza, disponer de herramientas que los acercan al desempeño de sujetos mágicos.

Incluso parecen haber caído en desgracia personajes extraordinarios con un base un poco más realista, personas comunes intervenidas por la biónica, como el hombre nuclear o su homóloga femenina.

Incluso se ha verificado en éste campo en los últimos tiempos un fenómeno paralelo a la enorme concentración económica a beneficio de corporaciones que oligopolizan la produccción de alimentos, bebidas o energía, o la prestación de servicios de comunicación, por mencionar sólo a algunos, cual fue la consolidación de dos grandes grupos de superhéroes de comic: Marvel (IronMan, Capitán América, Spiderman, Jessica Jones, Luke Cage, etc.) y DC Comics (Batman, Flash, Superman, etc.).

Los relatos de superhéroes no se desmarcan, en definitiva, del relato predominante en estas últimas décadas, relatos elitistas o individualistas de superación que, cuando toman como eje a alguna persona socialmente desfavorecida, la única alternativa que muestra es la aceptación de las reglas del juego (sufrir y aguantar) para al final terminar triunfando sin resquebrajar, sino ¡todo lo contrario!, el tejido de la situación. Un ejemplo perfecto de esto es la película En busca de la felicidad (The pursuit of happyness), EEUU 2006 en donde una persona en bancarrota consigue, luego de soportar condiciones de virtual esclavitud y en base a capacidad y trabajo (sufrir y aguantar), llegar al éxito material.

Una refrescante digresión en esta modalidad lo configuran las obras literarias o audiovisuales agrupadas como ‘Una serie de eventos desafortunados’, de Daniel Handler, en donde un grupo de hermanitos huérfanos (seguramente no encontraremos nadie más desprotegido y capaz de simbolizar a los excluídos que un niño huérfano) se defiende de los malos en base a conocimiento (Klaus), inventiva (Violet) y, sobre todo, un espíritu indomable. Nada supernaturial, con una única posible excepción dada por la sorprendente bebé Sunny, con mandíbula que doblega el acero, pero esta discontinuidad es sólo un soplo de frescura entre tanta maldad e infortunio. Ya haré una semiosis de esta serie.

Déjenme aclarar que no busco criticar a quienes gustan de la temática de superhéroes, ni siquiera a que tales películas se produzcan: simplemente me hace ruido que, precisamente en estos tiempos, el dominio de este tipo de relatos en las carteleras parece ser casi absoluto y hayan desaparecido por completo las épicas de grupos de gente común y corriente que se aglutina y consigue un éxito magnífico, como lo fue la caída de la aristocracia en Francia 1789 o la derrota de los nazis en Rusia en 1942/45.

Pareciera que el sistema cultural hegemónico quisiera aplastar y sofocar por todos los medios cualquier intento de conciencia colectiva que pueda amenazar el actual statu quo en el cual, poco a poco, individuos o supercorporaciones van apoderándose, como nunca antes en la historia de la humanidad, de todos los recursos y los medios de producción disponibles.

Estas, las corporaciones globales, son los villanos de la pelìcula de nuestros tiempos. Y contra ellas, sólo nos podremos defender mediante una épica colectiva. Y bien real.





Esteban Cámara
Santa Fe, 10 de abril de 2018