Continuamos en esta entrada con el aporte de invitados al blog. En este caso, escribe Alberto Papini, economista, investigador, político y profesor universitario, respecto de aspectos estructurales de la economía y la producción argentina.
“Crisis de balanza de pagos, crecimiento y desarrollo”
Lic. Alberto Daniel Papini
Director Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales UCSF
En relación al problema del balance de pagos, ya hace muchos años, Marcelo Diamand analizando el desenvolvimiento histórico de la economía nacional decía lo siguiente: “En la crisis inducida por el desequilibrio externo hay que distinguir su esencia y su mecanismo”.
“La esencia es siempre la insuficiencia de divisas para sostener la actividad interna” y “El mecanismo se induce a través de fenómenos cambiarios y monetarios”.
También Oscar Braun, tras un riguroso modelo de análisis económico, sostenía como hipótesis, que la economía argentina era incapaz de generar las divisas necesarias para sostener el nivel
de actividad, en una situación “cercana al pleno empleo”.
En base a las conclusiones de los autores citados, si consideramos el importante déficit de la cuenta corriente del balance de pagos del 2015, podríamos decir en forma inmediata y sin un análisis más amplio, que el mismo sería un reflejo del alto nivel relativo de actividad en términos históricos del año 2015, con una desocupación interior al 6% y una utilización de capacidad instalada industrial promedio aceptable, del 71,4% en octubre de 2015, con algunos sectores de producción continua con un nivel de ocupación de capacidad instalada superior al 80%. Este bajo nivel de desempleo y relativamente una buena ocupación de capacidad
instalada industrial, indican un nivel relativamente cercano al pleno empleo para la actual estructura económica nacional.
Pero cabe una reflexión más actual, desde la fecha de los escritos mencionados anteriormente, la economía ha cambiado a nivel internacional y local con una mayor internacionalización de las grandes empresas, fenómeno al que nuestro país no escapó, que se extendió en los noventa con las políticas de apertura comercial y financiera y que en la pos convertibilidad no se pudo revertir.
En efecto, desde el 2003 al 2015 se evidenció y promovió desde el gobierno, un proceso de sustitución de importaciones y expansión de exportaciones industriales nacionales que evidentemente resultó insuficiente para mantener un proceso de crecimiento del producto y el empleo con equilibrio de sus cuentas externas ante la tendencia de incremento de importaciones, que acarreó un producto industrial creciente demandante principal de importaciones, a lo cual debe añadirse la baja de los precios internacionales de algunos de los principales productos exportados con posterioridad al desenlace de la crisis subprime.
En este sentido, analizar lo ocurrido en los resultados del balance de pagos y particularmente analizar la influencia e importancia de la Cuenta de Rentas del Balance de pagos, aparecen como tareas necesarias: Al respecto, recordemos que recientemente las cifras oficiales del año 2015 indican que la cuenta corriente del balance de pagos muestra un déficit de 15.934 millones de dólares, pero muy poco se dice sobre su composición y origen, y le cargan todas
las culpas al déficit fiscal, sin analizar los datos de la realidad, solo se escuchan posiciones ideológicas y/o de intereses corporativos.
Por ello, este artículo enfatiza la necesidad de revisar todas las cuentas del balance de pagos y su evolución reciente, y en ellos se destaca como principales componentes del déficit externo, el contenido por la balanza de rentas dentro del resultado de la cuenta corriente externa de nuestro país.
Ahora bien, tengamos presente que la balanza de rentas recoge los ingresos y pagos que se registran en un país, como consecuencia de las rentas generadas por factores de producción nacionales en el exterior o por los no residentes en el propio país.
En lo que respecta a movimientos del factor capital, esta cuenta refleja los movimientos de divisas por los rendimientos del capital invertido en el exterior por empresas de una nación, es decir, el cobro de intereses por préstamos realizados a no residentes así como los dividendos o rendimiento de otras inversiones reales, que se registran como créditos, y por otra parte los pagos por intereses de los préstamos recibidos del exterior o el rendimiento de las inversiones reales o financieras que mantienen los no residentes en nuestro país, que se registran como débitos.
Del total del déficit en cuenta corriente del balance de pagos del año 2015 de 15.934 millones de dólares, un 31% (4.926 millones de dólares) provienen de débitos por intereses remitidos al exterior y un 52% (8.294 millones de dólares) se originaron por remesas enviadas al exterior por utilidades y dividendos, es decir, que los débitos por rentas giradas al exterior por intereses por préstamos del extranjero y por remisión de utilidades y dividendos de empresas extranjeras radicadas en el país, alcanzan al 83% del saldo deficitario de divisas durante el 2015.
Ahora bien, el actual equipo económico ha determinado como sus principales herramientas de política económica, incrementar el endeudamiento que a mediano y largo plazo significará mayores egresos por intereses y mayor déficit de divisas, y por otra parte un llamado a la inversión extranjera.
En este punto me quiero detener, frente al llamado a las inversiones extranjeras que realiza el gobierno, sin ningún condicionamiento de sectores y análisis del impacto del flujo futuro dedivisas al exterior.
En un marco de lento crecimiento mundial y baja del ritmo de exportaciones globales y sin condicionamientos, si llegan inversiones extranjeras seguramente será para quedarse con parte del mercado interno y luego remitir utilidades a sus casas matrices, es decir, nuevo agravamiento futuro del sector externo y una más amplia restricción a las disponibilidades de divisas para sostener el crecimiento.
En el período 1994-2000, el promedio anual de débitos por utilidades y dividendos en relación al total de importaciones CIF, fue del 10%, en el período 2009-2015 alcanzó el 16%.
El importante logro de renegociaciones de deuda externa de los años 2005 y 2010 redujeron considerablemente el egreso por intereses de la deuda pública, pero su efecto positivo se ve esterilizado por el incremento de remesas por utilidades y dividendos que las empresas extranjeras remiten al exterior.
Por ello, es necesario preguntarse: ¿Cuál será el efecto sobre la disponibilidad de divisas de esas posibles inversiones extranjeras?
Si las inversiones extranjeras no ayudan a incrementar las exportaciones, la salida de dólares por remisión de utilidades y dividendos a mediano plazo será mayor y el límite al crecimiento
también. Si al mismo tiempo se profundiza la apertura de importaciones, también ellas nos impondrán un cepo a las posibilidades de crecimiento por falta de disponibilidad de divisas, puesto que el crecimiento del endeudamiento que actualmente impulsa el gobierno, no puede crecer al infinito.
El libre mercado y la apertura indiscriminada llevarán asimismo a mayores restricciones vía estrangulamiento del balance de pagos, no solo por crecimiento de importaciones sino por mayor flujo de remisión de utilidades y dividendos e intereses de la deuda.
En este camino, la recesión y el estancamiento con disminución del empleo estarán asegurados, y serán la única condición para lograr el sueño del equilibrio de los defensores del relajamiento de las medidas de regulación del sector externo.
De todas maneras, este cuello de botella del sector externo no se soluciona solo con una acertada batería de instrumentos de política económica adecuadas para sustituir importaciones (que el actual gobierno está lejos de implementar), sino son acompañados por una firme convicción de sustituir importaciones por parte del sector industrial nacional, acordándole a este hecho una importancia ESTRATÉGICA y crucial para resolver esta traba al crecimiento continuo en el mediano plazo y lograr en ese proceso continuo de crecimiento un aumento de productividad relativa con una visión de lo que el profesor Aldo Ferrer denominaba como “Densidad Nacional”. De no ser así, el nivel de desocupación y exclusión proseguirán el camino ascendente que ha emprendido la economía argentina desde principios del 2016, puesto que las actuales medidas económicas, solo apuntan a mantener el equilibrio del balance de pagos por vía del endeudamiento, que sabemos no es infinito y tendrá un límite o una vuelta al 2001, quizás con peores o mayores efectos de esa que fue una de las mayores crisis económicas, sociales y políticas de la historia argentina.
En resumen: Sin cambio estructural del sector externo que promueva exportaciones industriales y sustituya importaciones industriales, y sin una orientación en el mismo sentido de las inversiones extranjeras, la restricción externa se profundizará y no habrá periodos continuados de crecimiento industrial y general que favorezcan aumentos genuinos de productividad, y por lo tanto las metas del desarrollo solo serán una ilusión.
Lic. Alberto Papini
Reproducido con permiso del autor.
Publicación original:
http://www.ucsf.edu.ar/wp-content/uploads/2016/06/Crisis-de-divisas-crecimiento-y-desarrollo2.pdf