Voy a dar una definición personal, basada en mi modesto conocimiento, respecto de qué sería un ente supremo (dios o dioses).
Dios/es:
* a) sujetos capaces de crear materia/energía a partir de la nada, o
* b) consciencias inmateriales: sujetos con autoimagen y pensamiento independiente que no están constituidos ni por materia ni por energía y que son capaces de influenciar de alguna manera la materia o la energía, por lo que consiguen comunicarse o hacerse notar de cualquier manera por los humanos.
Estoy plenamente seguro de la inexistencia de tales entes (Ateo). En la totalidad de los casos en los que se han alegado observaciones/conexiones con sujetos definidos en a) o b) (y descartada la errónea asignación de sustancia mágica a fenómenos naturales como el rayo o los meteoritos, por ejemplo), invariablemente se ha tratado de sensaciones individuales, totalmente compatibles con alucinogenia por efecto de la ingesta de drogas o demencia (1). La adhesión o creencia en estas interacciones por parte de individuos no directamente afectados puede explicarse perfectamente por el fenómeno de la sugestión y se da en los casos de personas altamente predispuestas.
Los sujetos mágicos han surgido en las sociedades como la explicación de fenómenos naturales que, para los seres humanos o prehumanos en ese momento específico de su cultura, no se podían explicar por otros medios. El estudio de los fenómenos naturales a lo largo de la historia ha permitido descartar invariablemente la necesidad de intervenciones mágicas como causa de lluvias, rayos, viento, eclipses, cometas, meteoritos, supernovas, erupciones volcánicas, manifestaciones varias de la energía, la vida misma, y etcétera, y reconocer, en todos los casos, su explicación como la resultante de otros fenómenos del mundo material. No hay nada en este universo de lo que se tenga conocimiento que no se pueda explicar desde lo material, por lo tanto es innecesaria la existencia de una consciencia “fundante”. Usando la navaja de Guillermo de Ockham, si no es necesario que exista, no ha de existir un tipo de seres tan dramáticamente poderosos.
En caso contrario, de existir tales sujetos a) o b) serían seguramente incognocibles por parte del ser humano, por lo tanto el humano nunca podría probar o refutar su existencia (Agnosticismo).
Si existieran esos seres, está claro que no interactúan con el ser humano, salvo posibilidades extremadamente infrecuentes (en caso de poder descartarse las causas naturales citadas en (1)) y acotadas a lo individual. Por esto, su existencia es irrelevante para el ser humano (Apateísmo).
Perfección:
Un concepto interesante, es el del filósofo francés René Descartes (cogito, ergo sum), quien postuló que la idea de la perfección en él, imperfecto y habitante de un mundo imperfecto, sólo podía provenir de un ser perfecto (Dios), lo que consideraba una prueba de la existencia de ése tipo de sujetos. En realidad la mente humana es capaz de “crear” unicornios rosados e infinidad de objetos o sujetos imposibles de encontrar en el mundo material. Por otra parte, propiamente, la idea misma de la perfección se define a partir de la negación del concepto de imperfección, por lo que en realidad, claramente está originada en el mundo material, imperfecto. De los pensamientos de Descartes, éste es tal vez el más débil. Por último, una duda: ¿es perfecta la idea de la perfección?
Para finalizar, hablemos de la ‘necesidad’ de la creencia teísta que algunos argumentan como originaria de la idea de ‘lo bueno’ en el ser humano, a través de estos ejemplos:
* Guerras religiosas: millones han muerto por la necesidad de algunos de imponer sus creencias a otros, a veces ante diferencias nimias.
* Genocidios de pueblos de tecnología bélica inferior: la religión se ha usado bastamente como justificativo del asesinato masivo y la apropiación de territorios, trabajo y bienes de otros pueblos cuyo único delito fue dedicarse más a lo espiritual o a la crianza de especies vegetales o animales que al desarrollo de tecnología de metales y explosivos.
Por otra parte, la moral, o la idea de bien, no es ‘propia’ de las personas religiosas, porque siempre necesitan la validación de otro, ya sea de juicios de otra persona (sacerdote o santo) o a través del validamiento que otorguen a sus actos las tradiciones orales o escritas. Tampoco es ‘privativa’ de ellas, dado que podemos identificar muchísimas personalidades de moral difícilmente cuestionable que han sido o son ateas (John Lennon, Stephen Hawking, Bertrand Russell, Primo Levi, Carl Sagan, José Saramago, Noam Chomsky o Richard Dawkins), mientras que asesinos como Hitler, George Bush, Videla, Pinochet, Franco, Leopoldo II, Torquemada, Roberto Bellarmino, Bin Laden, Gary Ridgeway o Mark David Chapman eran individuos religiosos y, algunos, en extremo.
Esteban Cámara
Santa Fe, 27 de mayo de 2014