jueves, 3 de abril de 2014

Portaciones

Yo no soy precisamente alguien con apariencia de pibe, no sé si de chorro. Más bien parezco un hippie viejo o un intelectual (según cuán largo lleve el pelo...), algo morocho.

No obstante, suelo andar en moto. Algunas de esas veces llevo a mis hijos, particularmente a mi hijo mayor que es casi lo opuesto de rubio. Temo que en alguna de esas ocasiones alguna turba de burgueses enardecidos por el miedo y la agitación de la derecha y los medios de comunicación del poder corporativo nos agreda. Ahora resulta que por culpa de semejantes hijos de puta pasamos a ser sospechosos porque andamos en moto. Y yo lo hago desde hace más de 30 años... 

Hace un par de días entre 70-80 "valientes" asesinaron a un chico por querer arrebatar una cartera. Millones más los justificaron por "la inseguridad" o la "ausencia del estado". O porque "...a la vecina de mi tía le robaron". 

A mí me robaron infinidad de veces, pero jamás iría a pegarle entre otros 50 energúmenos a un tipo que está en el suelo. Sí me defendería con la fuerza necesaria, pero eso es bien distinto. Nadie les está diciendo que no se defiendan ni que no defiendan a su pareja, hijos, padres, etc., pero es necesario diferenciar claramente de una agresión por parte de terceros a alguien que solamente quiso robar un objeto, como fue el caso del linchamiento del comienzo.

Y si el fiscal lo deja salir al toque agarrátelas con el fiscal.

Luego pasó, también en Rosario, que apalean a dos albañiles que iba a trabajar en moto. Eran dos ... y morochos. Seguramente iban humildemente vestidos (iban a su trabajo de albañiles). Entonces entraron en el "identi-kit" del peligro según el "pequeño burgués aterrado" (manual de estilo Clarín-LaNación-C5N). Y los molieron a golpes, les quemaron la moto y los hubieran matado de no llegar el aviso de que habían detenido a los verdaderos delincuentes que ellos pretendía castigar. Y allí los dejaron, sin siquiera una disculpa. Tampoco los defensores de linchadores comentaron nada ni condenaron el hecho.

Pasa que estos fenómenos se amparan en el prejuicio: Si vas en moto, de a dos y sos morocho ya podés ser carne de apaleo. Como si el vehículo, el número y el color de piel te marcaran frente al rebaño de hijos de puta.

Ah, me olvidaba. Hace no muchos años en Reconquista, norte de la provincia Santa Fe, entré a comprar un refresco a un almacén. Llevaba una mochila porque había dejado el hotel y faltaban algunas horas para que salga el bus de regreso a mi ciudad. El almacenero estaba distraído y no me vio entrar. Yo siempre carraspeo o sacudo las llaves o golpeo el mostrador y ahí recién fue que reparó en mí. Grande fue mi sorpresa cuando al salir escuché que el comerciante le decía a una vecina: "Mirá cómo estos crotos se te cuelan sin que te des cuenta". Si hubiera sido en estos días capaz que me hubieran querido linchar. Irónicamente, momentos después una lugareña me preguntaba si había sufrido discriminación en España y Francia, países que había visitado recientemente. No, le dije, pero me acaba de pasar acá en Reconquista. Evidentemente, a ella le chupó un huevo. 

Estas acciones no son espontáneas, responden a una ideología (tradición de pensamiento derechista, chorreante de prejuicios) y, en lo que hace a su actualidad, a una práctica vinculada al "golpe suave" (Gene Sharp), buscando generar malestar social. Repito: Pensamiento de derecha + Objetivos políticos. Y en gran parte se asienta en la corrupción policial, partícipe del pensamiento aludido y necesitada de ocultar sus negocios con el narcotráfico.

Así que no se extrañen si a mi y/o a mi hijo un día nos matan a palos.




Esteban Cámara

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