jueves, 24 de octubre de 2013

De democracias y dictaduras

A esta historia me la contó su protagonista, en Santa Clara, Cuba, en mayo de 2013.


Corría el año 2007 en La Habana, Cuba. Paul, un becario hondureño recién llegado para cursar medicina en Cuba es reprobado en un examen. Discrepa con el profesor, discuten, le lleva un libro que parece darle la razón. Suponemos que la discusión fue enconada y el profesor le termina asegurando al alumno que nunca va a aprobar la materia con él.



A pocos meses de empezar a cumplir su sueño, Paul, proveniente de una familia de ingresos medios de una populosa barriada de Tegucigalpa, ve como el cuento parece terminal mal. Ya se ve haciendo las valijas y volviendo con la cabeza gacha a un futuro gris de empleado.



No obstante, decide jugársela. En una decisión sorpresiva, casi absurda, se va para el Ministerio de Salud de Cuba. Llega hasta la secretaria del Ministro, nada menos, le explica quién es y le pide verlo. Yo, a esta altura del relato de Paul flasheé automáticamente que en mi país (una 'democracia' capitalista) la secretaria del importante funcionario le diría al joven algo así como que vaya a ver a algún funcionario de rango menor, cuya secretaria a su vez le diría: "Te tomo la inquietud. No te molestes en llamar, cualquier cosa nosotros te avisamos." 



En la "dictadura castrista" la cosa fue un poco diferente. La secretaria llamó al Ministro y luego de una breve consulta le dijo al joven: "Espere, ya lo atiende". Acá nuevamente me imaginé cómo hubiera sido la cosa en nuestro país: Luego de varias postergaciones e idas en falso, la secretaria lo haría esperar dos o tres horas al importuno joven... para terminar recibiendo una respuesta "ni" o, directamente, negativa.



En mi provincia (Santa Fe, Argentina), cualquier Director Provincial se cree un dios del olimpo, merecedor la pérdida de horas y horas de su vida por parte de los simples mortales-ciudadanos. Yo he llegado a esperar, siendo colaborador de una Directora Provincial, hasta un acumulado de 15 horas de espera para una reunión de trabajo.



Luego de apenas veinte minutos (yo espero más tiempo los colectivos de mi democrática y capitalista ciudad) pasa al despacho. El joven Ministro escucha al estudiante (casi ex estudiante) y le dice que no puede hacer nada con el profesor (se ve que también en la "dictadura castrista" hay libertad de cátedra como en las "democracias"), pero le propone algo a cambio: En Santa Clara, a 240 km de La Habana, se acaba de crear en la Universidad de Ciencias Médicas la carrera de Ingeniería en Electromedicina y hay cupo. Le ofrece un lugar allí.



El lunes de la siguiente semana, Paul ya está estudiando su nueva carrera.



El 9 de julio de 2013, poco más de dos meses después de contarme esto y seis años después de aquella entrevista con el Ministro, Paul se recibió de Ingeniero con altas calificaciones. 



Las becas cubanas cubren educación, alimento, vivienda, ropa de trabajo, materiales de estudio (incluyendo TODA la bibliografía necesaria). En Cuba estudian gratuitamente MILES de jóvenes latinoamericanos, norteamericanos, asiáticos y africanos de bajos recursos. Cientos de estudiantes de sectores humildes de Sudáfrica están becados allí por su propio gobierno y cerca de mil paquistaníes se solventan sus estudios porque en su país les sería imposible.



No hay analfabetismo en Cuba y todos los cubanos tienen garantizado el lugar y beca para la educación superior. La cantidad de cubanos con estudios superiores terminados es la mayor del mundo. No hay desnutrición en la isla y cualquier ciudadano tiene cobertura de salud de muy buen nivel. No hay niños revolviendo de la basura para comer, ni descalzos, ni mal vestidos, ni usados para pornografía o trabajo infantil o para mendigar, no hay niños de la calle, no hay niños negligenciados: El cuidado infantil es impecable. La seguridad es altísima, mejor que en la mayoría de los países desarrollados. 

Cuba es el único país del mundo que cumple con el criterio de la WWF de alto desarrollo humano (IDH) y desarrollo ecológicamente sustentable. El gobierno cubano, como lo muestra esta anécdota, está muy cerca de las necesidades de la gente. Y encima está el trabajo de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), en cada calle, en cada barrio, en cada cuadra, que extiende la mano de la revolución a cada ciudadano. No existe tal cercanía entre gobierno y pueblo en ningún país capitalista. ¡EN NINGUNO!



Y todos estos logros en medio de un bloqueo y agresiones permanentes de un vecino que es la mayor potencia comercial y militar del mundo y el principal exportador de muerte y terrorismo.



Yo he leído las críticas de los opositores al régimen y, francamente, a mí que sufrí la dictadura militar argentina me resultan risibles. Un opositor gemía porque lo miraron mal cuando en su barrio apareció un graffitti contra los Castro. Otro lloriqueaba porque suspendieron un partido de beisbol en Baracoa cuando encontraron panfletos 'comemielda' debajo de la segunda base. Y así por el estilo.



Ésta es la "dictadura" castrista. La mayoría de los latinoamericanos se compadecen de los "pobrecitos cubanos"... debiera ser al revés. Claro, en Cuba no hay libertad de prensa ni pluripartidismo. A mí, personalmente, me chuparían un huevo, ambas, al lado de la tranquilidad de saber que en mi país, en todo momento, no hay un sólo niño revolviendo de la basura para comer o yéndose a la cama con hambre. Yo, hijo de una maestra divorciada, sufrí esto último en la Argentina de la década del '70 y no se lo recomiendo a nadie.






Esteban Cámara
Santa Fe, Argentina, 24 de octubre de 2013

1 comentario:

  1. Ya me disocié de mi búsqueda sobre el PNAHumboldt (Baracoa) y me puse a leer por encima algunas cosas y este artículo de forma completa, gracias por divulgar nuestra realidad, soy un cubano crítico, reconozco que tenemos un montón de defectos, pero son más las virtudes (Angel Zaldívar, azaldivar@af.upr.edu.cu)

    ResponderEliminar

Los comentarios son en su totalidad moderados. No se admiten mensajes de odio, descalificaciones, insultos, ofensas, discriminación y acusaciones infundamentadas. El autor se reserva el derecho de no publicar comentarios anónimos.